Transporte por carretera, la segunda bala

okcorral.jpgEn las entrañables películas del Oeste, western dicen algunos, el número de balas que se dispararan no era lo más importante, quién se fijaba en esas minucias cuando el duelo estaba en lo más interesante. Pero la vida real no concede todas las balas que uno necesita. Cuando se negocia tampoco.

Hace apenas 3 años se produjo una huelga en el sector del transporte que, a la vista está, no sirvió de nada salvo sacar unos cuantos eurillos en compensación (gasóleo profesional). Ya entonces se pudo comprobar que desde el punto de vista tributario poco había que rascar, es decir, que el margen de maniobra del gobierno en ese campo era y es muy limitado por mor de las normativas comunitarias. Excepto en cuanto al céntimo sanitario (en realidad son 2,4 céntimos pero el nombre ya no se lo quita nadie) que no se atacó entonces siendo como es tan discutible que la Comunidad Europea lo ha declarado ilegal porque no se destina a lo que debería (gasto sanitario) sino a gasto corriente (cerca del malgasto por tanto). Ahí existe una bolsa de 400 millones de euros en seis Comunidades que pagamos cualquiera, dicho sea sin acritud.

Además no se presionó adecuadamente a quienes deberían ser el primer objetivo del manual, por cierto, en cualquier huelga: las agencias de transporte y las empresas que encargan los portes. Si aumentan los costes sectoriales quienes primero deben ajustarse deben ser los actores del propio sector y no intentar extender las consecuencias a toda la sociedad a las primeras de cambio o simplemente sin hacer nada mientras tanto. La realidad es que los transportistas van cada uno por su cuenta y su capacidad de presión a entidades concretas es muy limitado, nadie le pone el cascabel al gato porque después se queda sin negocio.

La atomización y la competencia desleal son también problemas sectoriales y no propiciados por la generlidad social, algo similar ocurre en la pesca, por lo que poco se gana, de verdad y a largo plazo, quebrantando a los sufridos consumidores.

Estamos ante la misma disyuntiva de siempre: se dejan enquistar tanto los problemas y se fijan tan mal los objetivos de rentabilidad y regulación que cuando se quiere hacer algo suele ser ya demasiado tarde.

En Alemania, por ejemplo, el litro de gasóleo debe rondar los 1,5 euros (35 ó 40 céntimos más que aquí aproximadamente) y no hay combustible profesional. Quizá es que no hacen falta estas soluciones «imaginativas» para funcionar y llenar las autopistas de Europa de camiones repletos de productos, por cierto, bastante competitivos.

Problemas y dificultades existen, ¿como en casi todos los sectores y mercados?, pero en lugar de afrontarlos desde un punto de vista de gestión se hace desde la mera subsistencia cortoplacista. No llegarán a nada realmente interesante, me temo aunque deseo lo contrario, pero mientras tanto van a jorobar a más de un inocente.

Y si ahora fracasan, ¿qué piensan hacer la próxima vez?. Tardarán en recargar el tambor del revolver dando demasiado margen al enemigo, al de verdad claro.

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