Cada persona debe de tener el grado de madurez necesario para ser coherente con las decisiones que toma. Pero está claro que el hecho de cambiar de empleo genera una gran angustia e incertidumbre a muchas personas. Sencillamente, porque da miedo dejar un empleo ante la inseguridad que brota de un entorno laboral en el que no es nada fácil encontrar un trabajo estable. Por ello, está claro que a la hora de cambiar de trabajo es mejor no dejar algo hasta que ya has encontrado otro proyecto determinado.
Sin embargo, también existen otras razones más profundas que tienen que ver con la felicidad y que pueden impulsarte a dejar el trabajo que tienes para tener una nueva meta. Puede que sientas que tu labor no te hace feliz, sencillamente, porque tienes otra vocación y sueñas con poderla llevar a cabo. En ese caso, toma impulso, toma fuerza y ten por seguro que nunca es tarde para empezar de cero y lograr los verdaderos deseos de tu corazón.
En otras ocasiones, son las propias circunstancias personales las que te pueden llevar a dejar un trabajo. Así sucede, por ejemplo, cuando te casas e inicias una nueva vida en otra ciudad de residencia. O también, cuando tras la boda, algunas personas deciden dejar de lado su empleo para centrarse en el cuidado de la familia.
Un mal ambiente laboral que te causa un estrés y ansiedad crónica también pueden llevarte a poner punto y final a tu estancia en una empresa. Se trata de una decisión que se debe meditar y valorar en profundidad, dando tiempo al tiempo. Valorando las ventajas y los inconvenientes.
Imagen: Secretaria de dirección