La salud financiera abarca mucho más que solo organizar el presupuesto y ahorrar; implica también cómo optimizar esos fondos. En el contexto de una inflación creciente, como la observada en 2022, que cerró con un 8,9% en septiembre, el dinero sin invertir pierde valor, lo que subraya la importancia de las inversiones seguras.
Antes de aventurarse en el mundo de las inversiones, es crucial realizar un autoanálisis sobre el manejo del dinero, identificar áreas de mejora y definir objetivos claros. La elección de las inversiones dependerá significativamente del nivel de confort con el riesgo y los objetivos financieros a largo plazo de cada individuo.
Una estrategia de inversión bien planificada comienza por determinar la cantidad de dinero disponible para invertir y el horizonte temporal de la inversión. Para aquellos que prefieren evitar riesgos, opciones como los depósitos a plazo fijo ofrecen seguridad y rentabilidades atractivas, garantizando la inversión hasta 100,000 euros por entidad. La diversificación y la creación de un fondo de emergencia son fundamentales para una gestión financiera prudente.
Las cuentas remuneradas representan otra alternativa, proporcionando flexibilidad y la posibilidad de generar intereses sobre los depósitos, ya sean en cuentas corrientes remuneradas o cuentas de ahorro. Para inversiones más avanzadas, es vital comprender plenamente los productos financieros y considerar costos como las comisiones. Las herramientas como los robo advisors pueden simplificar la inversión para principiantes, creando carteras diversificadas que se ajustan a los perfiles y objetivos de los usuarios.
En conclusión, el mantenimiento de una salud financiera robusta no es inherentemente complicado, pero requiere de deliberación y estrategia, acciones que no solo protegen el dinero sino que también propician su crecimiento de manera inteligente.