El dinero en las cuentas bancarias está perdiendo valor día tras día debido al continuo empuje de la inflación. A pesar de que los tipos de interés han experimentado un incremento, simplemente depositar el dinero en el banco ya no conlleva beneficio alguno. En este contexto, surgen interrogantes sobre cómo evitar la pérdida del poder adquisitivo, convirtiéndose en la preocupación predominante en 2025, en lugar de la búsqueda de inversiones lucrativas.
Frente a este escenario, existen diversas estrategias para proteger el dinero sin necesidad de tomar riesgos excesivos. La renta fija, por ejemplo, vuelve a cobrar relevancia. Los bonos o Letras del Tesoro, que durante años ofrecían retornos mínimos, ahora se presentan como una opción para compensar en parte el impacto inflacionario. Aunque la rentabilidad no es excepcional, con tasas superiores al 2% y llegando en ocasiones al 3%, proporcionan una seguridad notable al estar respaldados por el Estado.
Por otro lado, los fondos cotizados (ETFs) se presentan como una alternativa accesible y de bajo costo, permitiendo a los inversores volcarse hacia sectores resistentes a la inflación o materias primas, con posibilidades incluso dentro de la renta fija. Además, el inmobiliario persiste como un clásico atractivo, especialmente en zonas de alta demanda, ofreciendo oportunidades tanto a través de la compra directa de propiedades para alquilar como mediante la inversión en SOCIMIs.
La clave para hacer frente a este panorama reside en la diversificación. No existe una solución única e ideal para todos; la estrategia debe adaptarse a las circunstancias individuales de cada cual. Lo fundamental es no dejar el dinero inactivo en la cuenta bancaria, puesto que la inacción garantiza la pérdida de poder adquisitivo. En momentos como estos, cuidar de los ahorros e inversiones se vuelve esencial para todos, independientemente de su nivel económico.