El índice dólar registra su peor primer semestre desde 1973, mientras la confianza internacional en EEUU y su divisa se debilita. El euro se aprecia con fuerza y la brecha monetaria podría seguir ampliándose.
La cotización del dólar atraviesa uno de sus peores momentos en décadas. El índice dólar —que mide el desempeño de la divisa estadounidense frente a una cesta de monedas globales— ha caído un 10,8 % en lo que va de 2025, marcando su peor registro semestral desde 1973, según datos de Bloomberg. La comparación histórica no es baladí: en aquel año, bajo la presidencia de Richard Nixon, se produjo el colapso definitivo del sistema de Bretton Woods y la desvinculación total del dólar respecto al oro.
Ahora, más de cinco décadas después, el billete verde vuelve a estar bajo presión, pero por razones distintas: un déficit por cuenta corriente cada vez más insostenible, el repliegue del capital extranjero y la creciente percepción de que la Reserva Federal podría estar subordinando sus decisiones a la presión política. El resultado: una pérdida de confianza que está alimentando un ajuste estructural en el mercado de divisas.
La ‘huelga de compradores’ y el desinterés internacional
George Saravelos, estratega jefe de divisas en Deutsche Bank, ha puesto palabras a esta tendencia en una nota reciente dirigida a inversores. Según su análisis, el desplome del dólar no se debe tanto a una venta masiva de activos por parte de inversores extranjeros, sino a algo más sutil pero igual de dañino: la negativa sistemática a seguir comprándolos.
“La huelga de compradores de activos estadounidenses continúa. No hace falta que los extranjeros liquiden sus posiciones, basta con que digan ‘no, gracias’ cuando se les ofrezcan más bonos o acciones estadounidenses”, explica Saravelos. Los datos de flujos de fondos, incluyendo los del sistema EPFR, muestran que la compra de activos denominados en dólares por parte de fondos internacionales se ha reducido a niveles mínimos.
A esta retracción del apetito inversor se suma un déficit exterior que ronda entre el 4 % y el 5 % del PIB, una cifra históricamente insostenible para una moneda de reserva como el dólar. «Estados Unidos sigue consumiendo mucho más de lo que produce y necesita financiar ese exceso con capital extranjero, algo que ya no está garantizado», advierte Saravelos.
El euro se beneficia y alcanza máximos del año
La debilidad del dólar ha tenido como contraparte una notable revalorización del euro. La moneda común europea se ha apreciado cerca de un 9 % frente al dólar desde comienzos de año, cotizando en el entorno de los 1,21 dólares por euro a inicios de julio —su nivel más alto desde abril de 2022—. El diferencial de tipos de interés, las mejoras en las cuentas públicas de algunos países de la eurozona y la estabilidad fiscal percibida frente a EEUU están fortaleciendo la divisa europea.
Además, el reciente anuncio de estímulos fiscales por parte de Alemania, junto con la expectativa de que el Banco Central Europeo mantenga tipos restrictivos durante más tiempo que la Reserva Federal, han contribuido a consolidar el repunte del euro.
¿Hasta dónde puede caer el dólar?
Deutsche Bank estima que, para corregir los desequilibrios actuales de EEUU y devolver su posición de inversión internacional neta (PIIN) a niveles más sostenibles —en torno al -60 % del PIB—, el dólar necesitaría depreciarse entre un 30 % y un 35 % adicional respecto a sus niveles actuales. Este ajuste también sería coherente con las necesidades de corrección del déficit por cuenta corriente.
El análisis coincide con las estimaciones de Andreas Steno Larsen, analista macroeconómico y ex estratega de Nordea, quien apunta que una devaluación del dólar del 20 % al 25 % podría «resolver de un plumazo los problemas de financiación externa del gobierno de Trump».
Larsen compara el actual enfoque de política fiscal y monetaria de la administración estadounidense con las “Abenomics” japonesas: una combinación de estímulo monetario, presión política sobre el banco central y relajación regulatoria para los grandes bancos. Esta estrategia estaría aumentando la liquidez sin necesidad de que la Reserva Federal expanda su balance, lo que podría tener un efecto debilitante sobre la divisa sin alterar formalmente su postura.
¿Una estrategia deliberada?
En los mercados financieros crece la sospecha de que parte del debilitamiento del dólar es intencionado. La administración Trump estaría utilizando su influencia sobre la Reserva Federal para relajar el entorno crediticio y aumentar el gasto sin provocar tensiones de deuda a corto plazo.
La reciente flexibilización del ratio de apalancamiento suplementario (SLR) para los grandes bancos estadounidenses podría liberar más de 200.000 millones de dólares en capacidad de crédito, lo que equivale a cerca de dos meses de expansión cuantitativa en términos de liquidez. Este movimiento permitiría financiar déficits sin presionar al Tesoro, pero a costa de debilitar la moneda.
“El aumento de liquidez es bajista para el dólar y un indicador de la creciente influencia política sobre la Reserva Federal. Solo falta que se anuncie un nuevo presidente en la sombra para el banco central, y estaremos cerca de una gran devaluación planificada”, concluye Larsen.
Conclusión: el futuro del dólar, en entredicho
La tormenta perfecta que se cierne sobre el dólar podría marcar el inicio de un nuevo ciclo de debilidad estructural. Las políticas internas de EEUU, el alejamiento de los inversores internacionales, la fragilidad de sus cuentas exteriores y la percepción de una Reserva Federal presionada políticamente están configurando un escenario en el que la divisa hegemónica del siglo XX podría perder parte de su estatus.
Mientras tanto, el euro podría consolidarse como refugio monetario, especialmente si los países de la eurozona continúan aplicando políticas fiscales prudentes y si el BCE mantiene su autonomía frente a las presiones externas.
Los próximos meses serán clave. Si el ajuste se prolonga, podríamos estar ante un cambio de paradigma en el mercado global de divisas. Y lo más relevante: esta vez, puede que no haya vuelta atrás.
vía: eleconomista