Desde la antigüedad, el rito funerario predominante en la Península Ibérica fue la inhumación, aunque estudios arqueológicos señalan que la incineración comenzó a practicarse en el noreste peninsular a partir de la Edad del Bronce, influenciada probablemente por la cultura de los campos de urnas europeos. Con el tiempo, mientras que en Europa la cremación se adoptó ampliamente, especialmente por griegos y romanos, en España esta práctica fue menos común hasta tiempos recientes. La apertura del primer crematorio en España, en el cementerio de La Almudena en Madrid en 1973, marcó un cambio significativo en las preferencias funerarias nacionales, observándose un aumento progresivo en la elección de la incineración, llegando a representar, en la actualidad, alrededor del 40% de los servicios funerarios en el país, con porcentajes incluso mayores en algunas capitales.
Varios factores explican el auge de la incineración frente al entierro tradicional, destacando entre ellos los motivos económicos, medioambientales, personales y culturales. Desde el punto de vista económico, la incineración se presenta como una opción considerablemente más accesible, con costos que pueden variar entre los 600 y los 3.500 euros, frente a los precios de un entierro básico que pueden superar los 3.500 euros. Las consideraciones medioambientales también juegan un papel importante, dada la menor huella ecológica que representa la cremación en comparación con la inhumación. Culturalmente, la evolución social ha llevado a un rechazo de los rituales funerarios rígidos, optando por alternativas más simbólicas y personalizables, tendencia que se ve reflejada en la variedad de nuevos rituales asociados a la incineración.
Además, la cobertura de la incineración por parte de las pólizas de seguros de decesos refleja una adaptación del sector funerario a estas nuevas preferencias. Empresas aseguradoras de renombre como Mapfre, Santalucía y Helvetia, entre otras, ya incluyen esta opción, facilitando la gestión a los familiares en momentos difíciles. La presencia de planes funerarios específicos que cubren servicios de incineración y alternativas modernas como plataformas digitales indica una evolución hacia servicios más transparentes y ajustados a las necesidades actuales.
En conclusión, la preferencia por la incineración en España revela una transformación significativa en las prácticas funerarias, impulsada por factores económicos, medioambientales y culturales, y acompañada por una amplia cobertura en las pólizas de seguros de decesos. Este cambio no solo refleja una evolución en las mentalidades y en el sector funerario, sino que también ofrece a las personas mayor flexibilidad y personalización en la forma de despedir a sus seres queridos.