El principal tejido empresarial del país está conformado por pequeñas, a menudo de tamaño micro, y medianas empresas y que aportan el 79% del empleo aproximadamente. Su papel es fundamental en cualquier economía, grande o pequeña, y seguramente su importancia relativa y absoluta crezca de manera significativa en los próximos años.
Son empresas peculiares y deben ser tratadas en función de ello, adaptando las estructuras a sus necesidades si realmente se quiere potenciar el tejido empresarial. En este sentido se ha elaborado el Libro Blanco para las pymes en Madrid con varias aportaciones e ideas quizá necesarias pero en absoluto originales.
La primera de las propuestas consiste en abaratar el despido, aumentar los plazos en los períodos de prueba y flexibilizar, es decir poner más barato, diferentes aspectos relacionados con los despidos. Siempre se empieza por el asunto laboral cuando se habla de mejorar la competitividad como si éste fuera el único coste. Más de lo mismo, para eso no hace falta ser ningún experto, lo difícil es buscar fórmulas más imaginativas para avanzar. El mecanismo que se suele emplear en estos informes consiste en proponer despidos más baratos a la par que menos justificados contraponiendo una presunta reducción de horas extraordinarias, por ejemplo, cuando todos sabemos lo que pasa con los horarios de trabajo.
Y yo me pregunto cuándo se darán cuenta los empresarios, grandes o pequeños, que los trabajadores no son un gasto sino una inversión. El principal acontecimiento que impulsaría a las pymes consistiría en un cambio de mentalidad, ni más ni menos. Y eso no lo pone en ningún libro, se aprende o se sabe.
Vía: elEconomista.