Entre dimes y diretes, con la oposición política intentando «pillar cacho» y el gobierno llamando a la calma sin mucha convicción, las cifras de paro e inflación han disparado las alarmas ciudadanas y la confianza general se resiente. Se veía venir, no obstante, porque la situación de partida era preocupante y las reformas no han llegado.
La economía española se ha sustentado hasta ahora en dos pilares con la base de barro: la construcción y el consumo interno. El parón en el primer sector debido a las hipotecas basura y el exceso de oferta explica el aumento del desempleo mientras que los precios de las materias primas han jugado decisivamente a favor de incrementar el coste de la vida de manera peligrosa. Pero de estos factores hemos vivido hasta ahora cuando las circunstancias cambian y llega el momento de demostrar cintura y reflejos.
La herencia del anterior gobierno popular podía parecer sólida pero se basaba en factores que tarde o temprano se iban a agotar. Sobre estos cimientos el actual gobierno socialista ha lanzado una amplia cobertura social cuyo coste debe pagarse… o no, dependiendo de quien gane en marzo supongo. Señores, teníamos un problema y ya no queda tiempo para seguir aplazándolo. A ver por dónde nos salen, si van a seguir ofertando nuevas prestaciones o quizá jugando con el argumento de bajar impuestos sin calibrar las consecuencias. Curiosa prespectiva.
Y eso que todavía no hay crisis de verdad.
Enlace: El País.