Si ustedes no sintieron un sudor helado resbalando por su nuca cada vez que, en la última reunión del Mercosur, el presidente brasileño Lula recitaba «biofuel» como solución para este o aquel problema económico o energético , crean que deberían. El Tercer Mundo se ha lanzado de lleno a la onda verde y las consecuencias no se han dejado esperar: en México se habla de una inevitable crisis alimentaria debido a que el maíz, base alimentaria de su cultura y hasta hace un par de años el único alimento al que las clases más humildes tenían acceso, ha cuadriplicado su valor debido a su uso para la producción de Etanol.
Un informe «secreto» del Banco Mundial ha venido a reafirmar lo que ya se sabía (aunque, como es su costumbre, era negado por Estados Unidos): los biocombustibles (energéticos elaborados con granos) han contagiado las presiones inflacionarias del petróleo a los alimentos en una reacción en cadena de efectos aún imprevisibles. Ahí donde la administración Bush repetía que el incremento de los precios granarios había sido sólo de un 3%, el informe desmiente y añade: el incremento del costo de los alimentos provocado por el auge bioenergético es de más del 70%.
El informe, inédito para evitar disgustos al presidente Bush, tendrá que hacerse público la semana próxima, cuando el Grupo de los 8 se reúna en Japón para discutir la crisis alimentaria.Para disgusto de Lula, es muy probable que se discuta una moratoria sobre la producción de biocombustibles.