Aunque el presidente francés Nicolás Sacozy ha manifestado sus reservas sobre una Cumbre que la parece más llena de fotógrafos que de acuerdos importantes, aunque Europa llega dividida y las economía emergente latinoamericanas llegan con las garras por delante y el proteccionismo por detrás, según fuentes internas consultadas por el diario El Pais, la Cumbre del G-20 cocina una importante iniciativas de cara a una nueva economía global con nuevas reglas de juego: un organismo de vigilancia de los fondos de de inversión. Sin embargo, también hay un paso atrás: se busca reforzar la capacidad del FMI dotándole de mayores fondos y margen de acción. También se presiona hacia lo que ya es prácticamente un nuevo recorte de los tipos de interés del BCE.
El punto notable es, sin duda, la creacción de mecanismos de supervisión y vigilancia de la inversión (con un marcado hincapie en los hedge founds y en la trasferencia de capitales a paraísos fiscales), una iniciativa que proviene de la presión de Francia y Alemania, y que de concretarse significaría un importante freno a la creación de burbujas y de deudas tóxicas con fines especulativos.
El paso atrás, y preocupante, es el intento de revitalizar al FMI (con fondos que podrían llegar a los 650 millones de euros), un organismo cuyo descrédito no puede ser mayor, a la vista de los frutos de las políticas que impusó sobre países en desarrollo (la condición para su cesión de ayudas en forma de préstamos que constituyen el grueso de la deuda externa del Tercer Mundo).
Si bien el FMI fue en su momento un mecanismo de vigilancia cercana, sus juicios sobre las economias locales fueron tan erráticos como los de los gurus de Wall Street, y la aplicación de sus fórmulas sugeridas significaron al corto plazo cifras macroeconómicas en apariencia saludables, pero a la larga han producido un costo social y humano que enorme. Gracias al FMI, la mano de obra se ha mantenido barata en el Tercer Mundo, lo que ha impulsado la migración de industrias del Primer Mundo y el recrudecimiento de los flujos de emigración humana hacia Europa y Estados Unidos.
Fuente | El Pais