Comúnmente se achaca al sector público lo mucho que desmotivan la investigación a base de burocracia, pocos ingresos y escaso reconocimiento, aunque esta última parte depende más de la sociedad que del partido gobernante de turno. Pero no siempre es así, a menudo esos sectores bien pensantes que tanto critican lo público en general tienen un efecto devastador. Por no hablar de la imagen de analfabetismo cerril que se transmite en ciertos círculos científicos fuera de nuestras fronteras. Que no sólo el déficit es examinado con lupa.
Hay sectores cuya ideología está bien clara que no tienen reparos en manipular la realidad hasta la náusea con tal de enturbiar lo que sea. Hasta lo bueno. Se ha manipulado tanto la información referente a la subvención sobre «el mapa de excitación sexual del clítoris» que da pena pensar lo que es este país. La mencionada subvención se ha otorgado a un equipo de magníficas referencias que incluye instituciones con varios premios Nobel en medicina, cosa a tener en cuenta cuando en España no hay ninguna universidad por ejemplo. Y el objetivo era un estudio sobre tejidos orientado a mejorar las consecuencias de la genitoplastia: un tipo de operación quirúrgica que sirve, entre otras cosas, para que las mujeres que han sufrido una ablación del clítoris, un cáncer o una mutilación por un problema con la episiotomía en el parto puedan recuperar algo de sensibilidad genital; algo de felicidad y de autoestima, como se puede leer en escolar.net.
La asquerosa campaña llevada a cabo con manipulación y nocturnidad abceína y pepera es de vómito. Sabíamos que eran más partidarios del «muera la inteligencia; viva la muerte» pero es que hay que ser miserable para torcer unos hechos que, en puridad, deberían ser alabados y proyectados como un avance.
Ciertamente España no se parece a Grecia, más quisiéramos, sino que desgraciadamente se parece demasiado a sí misma. Y así nos va y no sólo por culpa del Gobierno. Que también.