La gente de la AIE (Agencia Internacional de la Energía) está por «contribuir a la calma» y no duda en afirmar que estamos ante la tercera crisis de la energía tras las de 1974 y 1980. Asimismo «nos descubren» que ahora no es un problema de oferta sino de demanda más algo de especulación. Los mandamases mundiales no andan muy finos últimamente.
El caso es que en lugar de fijarse en que la proporción del gasto de petróleo por punto de PIB está en el 6%, frente al 7,3 de 1980, prefieren llamar a las barricadas o quien sabe si al Apocalípsis o al primo de zumosol de la energía nuclear.
Que el petróleo ya no está barato ni lo estará parece claro, pero sería más deseable que en lugar de aseveraciones tan poco esperanzadoras se empezaran a aplicar recetas. Por que no hay que negar la utilidad de desvelar la realidad con cifras y datos fundamentados pero lo importante es la conclusión, el corolario. Y éste consiste en que podemos y debemos ser menos dependientes del petróleo, en particular, y de la energía en general. ¿Cómo?, ganando en eficiencia, ahorro y variedad de fuentes generadoras.
Lo que pasa es que hasta que no vemos el precipicio no frenamos y pasa lo que pasa. De momento, se venden más bicicletas que antes y uno piensa que es posible, aunque triste, que nos sienten mejor los sustos en forma de cotización de barril de Brent que los días de la bici. La letra con sangre entra.
Enlace: El Economista.