Dando un paso adelante en el mundo de las inversiones, los fondos cotizados (ETF) se presentan como una herramienta accesible para quienes buscan moverse del perfil de ahorrador al de inversor. Estos fondos, que cotizan en bolsa similar a las acciones, permiten comprar una parte de un gran grupo de empresas o activos, ofreciendo liquidez y flexibilidad. Esto es particularmente atractivo para los inversores que desean reaccionar rápidamente a los movimientos del mercado, a diferencia de los fondos tradicionales que limitan las operaciones al final del día.
Los ETFs no solo atraen por su operativa más sencilla y directa sino también por sus costes generalmente más bajos en comparación con los fondos gestionados activamente, ya que estos fondos se limitan a replicar un índice sin necesidad de un equipo que seleccione cada inversión. No obstante, invertir en ETFs requiere una estrategia y reflexión cuidadosa, prestando especial atención al índice que se replica, los costes asociados y el horizonte temporal de la inversión.
Para aquellos que consideran dar el salto hacia los ETFs, es fundamental revisar varios aspectos antes de elegir el primer fondo. Entre ellos, asegurarse de que el producto esté accesible desde su ubicación, verificar que los costes sean competitivos y entender el índice que replica el ETF y qué implica en términos de diversificación.
En España, el interés en los gestores internacionales de gestión pasiva y ETFs está en aumento, representando un 35,9% del patrimonio total al cierre del segundo trimestre de 2025, con un acumulado de 88.700 millones de euros. Este creciente interés augura un mercado más competitivo, novedades en los productos y potencialmente costes más bajos, representando una oportunidad para aquellos dispuestos a dar el paso de ahorrador a inversor con el conocimiento y la preparación adecuados.


 
  
 





