Cuando todo se hunde, a fabricar salvavidas… O a trabajar disfrazado para una agencia de cobros a morosos. El último año, en pleno agravamiento de la crisis, la morosidad crediticia ha subido de un 0,95% en el 2008 a un 3,8%. Y mientras empresarios y familias tienen problemas para pagar sus deudas, las compañías de cobros a morosos (feliz mezcla de despedida de solteros y factotum mafioso) han aumentado en un 20% su facturación gracias al temor que los españoles tienen al ridículo y la exposición social.
Para quien no lo sepa (y feliz si no lo sabe pues no los ha padecido) estas empresas aprovechan los huecos en la legislación sobre recuperación de impagos y bajo un esquema de etiqueta más bien folclórico, son contratadas por particulares para acometer lo que en Argentina se conoce como «apretar» a sus deudores. Su método: perseguir al moroso disfrazados de lunáticos en frac, monjes, toreros, budas, pollos… y en un caso utilizando gitanos reales.
En una entrevista concedida al Times, Miguel González de los Cobradores del Monasterio refleja la filosofia de estas empresas: «No lo vemos como una humillación, sino como hacer algo público. Es lo mismo que con la publicación de los nombres de los pedófilos».
Desde luego, un deudor es tan letal y moralmente reprobable. Sin embargo, la cruzada justiciera de las empresas de cobros a morosos podría estar cercana a su fin: hay una iniciativa de ley en el Parlamento Catalán para proteger a los deudores de esta invasión a la intimidad.
Esperemos que el cobrador del frac cuelgue, de una vez, el disfraz.
Fuente | Time