«Son tierras para el águila, un trozo de planeta por donde cruza, herrante, la sombra de Caín«. Si hay un lugar donde el hijo «malo» de Adán y Eva, padre de nuestra especie, podría pedir asilo político, ése es sin duda España. No hay otro lugar donde sea tán fácil despertar la envidia o en el que se pase tan rápidamente de salir a hombros a ser abucheado por la masa. La ley de Lynch adopta todo su reflejo social entre nosotros. Cuestión de genes, quizá, ¿por qué vamos a tener nosotros la culpa?.
Hace unos días, el presidente de Mediapro (Jaume Roures) que Woody Allen ya no dirigiría en España ninguna de las dos películas que estaban en principio comprometidas debido a la mezquindad sufrida en la aún no estrenada Vicky Cristina Barcelona a través de cierto ensañamiento político por unas subvenciones. Debo decir que no me extraña en absoluto, lo raro hubiera sido lo contrario. La consecuencia será la pérdida de imagen, iniciativa, glamour, ingresos y un largo etcétera. Pero no es el único caso, por desgracia.
Conozco una idea impulsada por un club de fútbol que le permitiría salir de las dificultades económicas dejando una buena infraestructura a cambio sin vender su estadio y dar el pelotazo, porque no es suyo claro, y que no recibe a cambio más que zancadillas e impedimentos. Sé de buenos proyectos que topan con la presunta miopía de los políticos reacios a soltar un mendrugo sin que medie un rosario de papeleo interminable. Y me voy temiendo que la causa no se debe tanto a la burocracia en sí misma como al qué dirán ajeno.
Vamos a ponernos en el peor de los casos y a imaginar que se «desperdicia» cierta cantidad de dinero a cambio de que un artista promocione la ciudad, que cree a su alrededor interés por su obra y otras similares y que genere ingresos, inversiones y empleos indirectos. Supongamos, por contra, que el alcalde de tu ciudad o pueblo se gasta cierta cantidad en poner un árbol de Navidad más grande que el del pueblo o ciudad de al lado. ¿Cuál es la mejor opción, cuál es el verdadero despilfarro, qué alternativa sería la elegida por los prebostes políticos, a quién o qué jalearíamos más los ciudadanos?.
Somos así, lo cambiamos o lo asumimos.
Vía: blogdecine.