China mueve ficha en la guerra comercial: recorta aranceles en semiconductores y pone en jaque la estrategia de EE.UU.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha entrado en una nueva fase de alta tensión. Mientras Washington mantiene su política de presión arancelaria, Pekín ha respondido con una jugada inesperada y estratégica, reduciendo a 0 % los aranceles sobre gran parte de los chips importados de EE.UU., salvo en el sector crítico de memorias.

Esta decisión, lejos de ser un gesto de conciliación, plantea profundos riesgos para las exportaciones estadounidenses y abre un nuevo capítulo en la batalla por el liderazgo tecnológico y comercial mundial.

Aranceles estratégicos: China libera la entrada de chips… pero protege su flanco más sensible

Según fuentes oficiales, China ha eliminado los aranceles en ocho códigos aduaneros relacionados con semiconductores, manteniendo únicamente las tasas sobre chips de memoria. Este movimiento táctico facilita la llegada de componentes esenciales para su industria tecnológica, mientras protege su soberanía en almacenamiento de datos, un sector vital para inteligencia artificial, cloud computing y defensa.

Además, gracias a las normativas de origen, productos estadounidenses exportados vía terceros países como Vietnam o Malasia podrían beneficiarse de esta relajación arancelaria, debilitando la presión directa de la Casa Blanca.

Para los analistas financieros, esta medida podría derivar en una reorganización acelerada de las cadenas de suministro globales, impactando tanto en los flujos de capital como en las cotizaciones de empresas de tecnología y logística.

La presión empresarial sobre la Casa Blanca escala

Grandes multinacionales estadounidenses, entre ellas Walmart, Amazon y Target, ya han trasladado su preocupación al Gobierno de Biden, alertando sobre el impacto de los aranceles en la inflación interna y en los márgenes de beneficio.

Según cifras recientes, el transporte marítimo desde China a EE.UU. ha caído un 64 % interanual, mientras que los aranceles mutuos actuales (145 % por parte de EE.UU. y 125 % de China) equivalen a una virtual paralización del comercio bilateral en sectores clave.

En palabras de Scott Bessent, secretario interino del Tesoro: “El nivel actual de presión comercial no es sostenible y compromete la estabilidad económica a medio plazo”.

Los mercados financieros ya recogen parte de esta incertidumbre, con movimientos de capital hacia activos refugio y mayor volatilidad en índices ligados a consumo y tecnología.

¿Deshielo o guerra fría comercial?

Aunque desde el Departamento de Comercio estadounidense se insiste en que “cualquier decisión estratégica será anunciada por el propio presidente”, la realidad es que China ha dado el primer paso para descomprimir la tensión comercial, ofreciendo a EE.UU. una salida negociada sin renunciar a su posición de fuerza.

Esta estrategia puede tener consecuencias significativas:

  • Reforzamiento del crecimiento asiático: China registró un aumento del PIB del 5,4 % en el primer trimestre de 2025, impulsado en parte por exportaciones anticipadas y nuevos acuerdos comerciales regionales.
  • Presión a las tecnológicas estadounidenses: Empresas como NVIDIA, AMD o Intel podrían verse obligadas a replantear sus cadenas logísticas y estrategias de mercado ante un acceso más selectivo al mercado chino.
  • Aumento del riesgo regulatorio: Si EE.UU. no reacciona, podría incrementarse la tendencia hacia acuerdos comerciales alternativos liderados por China en Asia y África, erosionando su influencia tradicional.

Un futuro incierto en los mercados

El escenario actual sugiere que los próximos meses estarán marcados por altos niveles de volatilidad, tanto en mercados bursátiles como en los flujos de comercio internacional.

Mientras las tensiones comerciales impactan directamente en las expectativas de crecimiento global, la falta de una estrategia clara de desescalada podría provocar una ralentización más profunda de la recuperación económica en EE.UU. y tensar aún más las relaciones internacionales.

China, por su parte, parece dispuesta a capitalizar este contexto para consolidar su rol como actor dominante en el comercio mundial, aprovechando las fisuras internas en Occidente.

La guerra comercial no ha terminado. Solo ha cambiado de forma. Y, de momento, Pekín lleva la delantera.

Fuente: Noticias cloud

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