China prohíbe viajar al extranjero a los creadores de DeepSeek, su potente IA, reavivando la Guerra Fría tecnológica con EE.UU.

La rivalidad entre China y Estados Unidos ha entrado en una nueva fase, marcada por la lucha por la supremacía en inteligencia artificial. Lo que antes eran tensiones comerciales o políticas, ahora se traslada a una batalla tecnológica sin precedentes que recuerda a los peores momentos de la Guerra Fría. La reciente decisión del gobierno chino de prohibir a los desarrolladores de DeepSeek viajar fuera del país es el último síntoma de esta confrontación silenciosa pero creciente.

DeepSeek: la joya tecnológica que China quiere proteger

Desarrollada por una startup china, DeepSeek ha irrumpido en el mercado global como la alternativa de código abierto más avanzada frente a gigantes como ChatGPT de OpenAI. Con 685.000 millones de parámetros y una capacidad de ejecución local eficiente en dispositivos como el Mac Studio M3, la inteligencia artificial china ha demostrado que puede superar a modelos occidentales como Claude 3.5 Sonnet.

Este avance ha alarmado a la industria tecnológica en Occidente, provocando caídas bursátiles y reacciones de preocupación en Washington. La estrategia de China es clara: blindar sus avances tecnológicos. Las autoridades han impuesto restricciones a los principales ingenieros y empresarios del sector, incluidos los responsables de DeepSeek, prohibiéndoles viajar al extranjero para evitar fugas de talento o espionaje industrial.

La nueva Guerra Fría tecnológica

La situación actual recuerda cada vez más a los años oscuros de la Guerra Fría, donde el enfrentamiento entre bloques iba más allá de lo militar o ideológico. Hoy, la lucha se libra en el terreno de la inteligencia artificial, con implicaciones en defensa, ciberseguridad, vigilancia y economía global.

China ha apostado decididamente por la innovación propia, creando un ecosistema nacional de IA que minimiza su dependencia tecnológica de Estados Unidos. El gobierno ha impulsado la creación de centros de investigación, startups y proyectos estratégicos que no solo buscan igualar, sino superar, los avances de Silicon Valley.

La reacción de Estados Unidos: sanciones y preocupación

Desde Washington, la reacción no se ha hecho esperar. La administración de Donald Trump, en su nuevo mandato, ha redoblado la presión sobre China tras comprobar el avance fulgurante de DeepSeek y otros desarrollos chinos. El temor en EE.UU. es doble: por un lado, que la IA china pueda convertirse en una herramienta de espionaje y violación de la ciberseguridad; y por otro, que la supremacía tecnológica pase de manos estadounidenses a Pekín.

La Casa Blanca ya impuso en su día restricciones a la exportación de semiconductores y equipos avanzados a China, medida que pretendía frenar el desarrollo del país asiático. Pero, lejos de ralentizar a China, esas sanciones han impulsado una carrera por la autosuficiencia tecnológica que ha llevado al país a innovar más rápido y de forma más agresiva.

Las consecuencias económicas

El ascenso de DeepSeek y otras plataformas chinas ha impactado directamente en las grandes tecnológicas estadounidenses. Empresas como Microsoft, Google y Meta han visto cómo sus acciones caían ante la amenaza de modelos de IA más baratos, accesibles y eficientes.

A su vez, la Unión Europea y Estados Unidos están valorando medidas regulatorias más estrictas para controlar la proliferación de modelos de inteligencia artificial que puedan suponer riesgos para la privacidad o la seguridad nacional.

¿Hacia dónde va la batalla por la IA?

China ha fijado su hoja de ruta: convertirse en la primera potencia económica mundial para 2030, y la inteligencia artificial es una de las palancas principales para conseguirlo. Estados Unidos, por su parte, no está dispuesto a ceder terreno y mantiene una estrategia de sanciones y control de exportaciones tecnológicas.

Mientras tanto, la comunidad internacional observa con preocupación cómo la competencia por la IA podría convertirse en un conflicto geopolítico de primer orden. Las voces más críticas alertan de que la innovación corre el riesgo de quedar supeditada a estrategias militares y comerciales, dejando en segundo plano el desarrollo ético y seguro de una tecnología que debería beneficiar a toda la humanidad.

Referencia: El Blog Salmón. Imagen creada con Grok

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