Así estamos, en pañales en cuanto a cuestiones tecnológicas ya que ocupamos el puesto 24 del ránking de competitividad tecnológica según un estudio elaborado por el Economist Intelligence Unit. Mala cosa.
A pesar de tener un entorno favorable en algunos factores como el capital humano, el entorno legal y de negocios sin embargo falta un ambiente propicio para la innovación e investigación así como infraestructura tecnológica. Si pretendemos ganar en competitividad general seguramente debemos empezar por la competitividad tecnológica ya que ésta se constituye como un vehículo fundamental para la transmisión de la información y el conocimiento.
Los vectores que propicien la revolución tecnológica pendiente en nuestro país no sólo provienen de la salvaguarda de la propiedad intelectual sino también de que se instale la sensación psicológica a nivel poblacional de que es necesario, imprescindible y que todo el mundo está implicado en ello más que la lucha contra la piratería que es en lo que suelen desembocar estos debates.
A menudo lo importante es centrar el asunto a tratar más que orquestar grandes medidas y planes. Y es que encima hay capacidad suficiente como para lograr la escalada en el ránking, no la desperdiciemos.