Buscando transmitir una imagen más sólida y demostrar que existe una capacidad de tomar decisiones en bloque ante la crisis, los cuatro miembros europeos del G8 mantuvieron una importante reunión.
Todos los países estuvieron de acuerdo en buscar una solución pues consideran que las instituciones financieras no saldrán solas de la crisis y que es necesario tomar medidas políticas que sirvan de apoyo.
Los principales países europeos ya han tomado algunas medidas. El Reino Unido nacionalizó Bradford & Bingley, Alemania tuvo que habilitar 35.000 millones de euros para salvar a Hypo Real Estate, Francia, Bélgica y Luxemburgo anunciaron que inyectarán 6.400 millones a Dexia, y Holanda, Bélgica y Luxemburgo acordaron dividir el gigante bancario y de seguros Fortis para evitar su hundimiento.
Pero la medida que más polémica causó fue la asumida por Irlanda la cual decidió garantizar todos los depósitos bancarios de los seis bancos más grandes del país, para frenar su bajada en bolsa. Esto generó cierta irritación en otros países de la UE, especialmente el Reino Unido, y ha hecho que cobren fuerza las llamadas a una acción coordinada de los Veintisiete países de UE.
En el último encuentro sostenido por los líderes de Francia, Alemania, Reino Unido e Italia y al que también asistieron Durao Barroso y los presidentes del BCE, Jean-Claude Trichet, y del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, sentó algunas bases de esa estrategia común, pero está por ver si es posible poner de acuerdo al resto de Estados miembros en torno a los mismos principios.
El mismo sirvió de preámbulo del encuentro mensual de ministros de Finanzas de los 27 (Ecofin), que tendrá lugar el martes en Luxemburgo. En el mismo la situación económica es el principal punto a tratar.
Del encuentro de los miembros del G8 se pudo sacar en limpio que la Comisión Europea deberá mostrar «flexibilidad» en la interpretación de las reglas de la competencia al examinar las inyecciones de dinero público.
Además se deberá más a largo plazo, revisar el sistema de funcionamiento del sistema financiero global, adaptando la regulación a los cambios que ha sufrido en los últimos años y reforzando el papel de las instituciones internacionales.
También estará en el tapete en la reunión de ministros la , que prevé nuevos requisitos de solvencia y la creación de «colegios de supervisores» encargados de controlar a las compañías que operan en varios Estados miembros. Pero esto no tendría por el momento andamiento pues España y otros once países -que forman una minoría de bloqueo- se oponen frontalmente a este modelo de supervisión, temerosos de ceder las tareas de vigilancia de entidades que operan en su territorio a la autoridad donde está la sede de la compañía.
