La fulgurante aparición del equipo de Ross Brawn, heredero de Honda bajo la denominación de Brawn GP, en el circo de la Fórmula 1 no sólo supone un aldabonazo deportivo de primer nivel marcando el hito histórico de ganar el gran premio de su debut con una superioridad insultante, también viene muy bien en cuanto a lecciones que aprender. Ross Brawn no sólo es un gran ingeniero sino que además es muy listo como empresario y negociador.
El proceso llevado a cabo por este inglés que ya hizo campeón del mundo a Michael Schumacher quizá estará en los libros de estrategia dentro de poco. Cuando Honda decidió no continuar en el Mundial de F1 gastándose 300 millones de euros al año, Brawn ya tenía seis meses adelantado el coche para competir en 2009 ajustándose al nuevo reglamento, quizá forzándolo pero sin caer en penalizaciones de momento.
Consiguió de la marca japonesa que le cediera sus instalaciones, túneles de viento y terreno. Alcanzó el acuerdo de que le subrogaran también los derechos televisivos y publicitarios así como los propios de la F1 que, a su vez, servirían de garantía para un crédito a un año con la propia Honda así como que éstos se comprometían a pagar el sueldo de los 700 empleados durante ese tiempo.
El coste para Honda parece desorbitado, unos 150 millones, pero suponen la mitad de lo que venía invirtiendo hasta ahora sin retorno apreciable. Pero la cosa no acaba ahí, ya que los japoneses liquidaron los contratos a Button y Barrichelo siendo contratados por el nuevo equipo con la mitad de salario cada uno.
Evidentemente todas estas acciones requieren que el negociador se guarde muy bien las cartas en la manga y que, incluso, vaya de pobrecillo. Sino tampoco hubiera conseguido los motores Mercedes campeones del Mundo en 2008.
Lecciones de Ross Brawn, el más listo.
Foto Mypoorbrain