De repartir pizzas a desafiar a Nike y Adidas: la historia de Gymshark y Ben Francis

En el mundo del emprendimiento digital abundan historias de ideas brillantes que se diluyen en el camino. Pocas logran convertirse en empresas con impacto global. Sin embargo, la trayectoria de Gymshark, la marca británica de ropa deportiva fundada por Ben Francis, es la demostración de cómo la pasión, la autenticidad y una estrategia digital bien ejecutada pueden transformar un proyecto casero en un gigante valorado en más de 1.300 millones de dólares.

Hoy Gymshark compite de tú a tú con corporaciones como Nike o Adidas, pero sus orígenes se remontan a un dormitorio en Birmingham y a un joven que repartía pizzas mientras soñaba con crear una marca propia. Esta es la guía práctica y humana para entender cómo un estudiante universitario cambió las reglas del juego en el sector fitness.


Los orígenes: una máquina de coser y un sueño

Ben Francis nació en 1992 en Inglaterra y, como muchos jóvenes apasionados por el gimnasio, pasaba gran parte de su tiempo en salas de entrenamiento. Sin embargo, había un problema: la ropa deportiva disponible en ese momento no se adaptaba a lo que él y sus compañeros buscaban.

A los 19 años, mientras estudiaba en la Universidad de Aston y trabajaba como repartidor de pizzas para Pizza Hut, decidió tomar cartas en el asunto. Compró una máquina de coser y empezó a fabricar camisetas y sudaderas ajustadas, pensadas específicamente para resaltar la figura de quienes levantaban pesas.

Ese fue el germen de Gymshark en 2012. No había inversores ni grandes planes estratégicos. Solo un chico con ganas de resolver un problema real y una comunidad alrededor del fitness deseosa de una alternativa.


La tienda online y los primeros pedidos

Junto con un grupo de amigos, Francis creó un sitio web rudimentario de comercio electrónico para vender sus diseños. Los primeros pedidos eran modestos, pero pronto se dio cuenta de que existía una demanda mucho mayor de la que había imaginado.

La estrategia fue clara: apostar por internet desde el primer día. Mientras otras marcas seguían enfocadas en tiendas físicas, Gymshark se centró en redes sociales, foros y comunidades digitales de fitness. Esto le permitió llegar directamente a su público objetivo sin necesidad de intermediarios.


La apuesta por los microinfluencers

Uno de los mayores aciertos de Francis fue identificar antes que nadie el poder de los microinfluencers. Mientras las grandes marcas invertían millones en celebridades, Gymshark decidió colaborar con jóvenes creadores de contenido fitness en YouTube, Instagram y más tarde TikTok.

Eran personas con audiencias pequeñas pero altamente comprometidas. La marca les enviaba ropa gratuita y, en muchos casos, construía relaciones genuinas con ellos. Con el tiempo, algunos de esos creadores se convirtieron en estrellas globales y Gymshark ya estaba a su lado.

Esa estrategia se convirtió en un modelo de escalamiento brillante:

  1. Identificar a los influencers antes de que explotaran.
  2. Construir relaciones auténticas, no solo transacciones.
  3. Crear escasez artificial con lanzamientos limitados.
  4. Priorizar la comunidad por encima de la marca corporativa.

El momento de la verdad: la disculpa pública

No todo fue perfecto. En 2015, Gymshark vivió un colapso de su web durante el Black Friday, lo que impidió que miles de clientes pudieran realizar sus compras. Para muchas compañías, un fallo así podría haber sido devastador.

La respuesta de Ben Francis fue radicalmente distinta a lo habitual: en lugar de esconderse detrás de comunicados impersonales, grabó un video sencillo y honesto en el que se disculpaba con los clientes, explicaba lo sucedido y pedía paciencia.

El gesto, lejos de debilitar a la marca, la fortaleció. Los clientes valoraron la autenticidad por encima de la perfección corporativa. Gymshark comprendió entonces que la transparencia podía ser un activo diferencial en la era de las redes sociales.


De startup a unicornio

Los siguientes años fueron una carrera meteórica. En 2020, Gymshark alcanzó una valoración de 1.300 millones de dólares, convirtiéndose en un unicornio. Ese mismo año, Francis, con apenas 28 años, se convirtió en el multimillonario más joven del Reino Unido.

Lo más sorprendente es que seguía poseyendo alrededor del 70 % de la compañía, una cifra inusual en un sector donde los fundadores suelen diluir su participación tras varias rondas de inversión.

Gymshark, que había comenzado como una startup descuidada y artesanal, se consolidaba como una marca global.


Una startup con alma

A pesar de su crecimiento, Francis insiste en que Gymshark sigue funcionando como una startup. La cultura de la empresa se centra en la rapidez, la innovación constante y la conexión directa con la comunidad.

Esto contrasta con la imagen de las grandes corporaciones deportivas, más burocráticas y alejadas de los consumidores. En cambio, Gymshark se presenta como una marca cercana, ágil y auténtica, lo que le ha permitido mantener su frescura incluso mientras escala.


La competencia con Nike y Adidas

Hoy en día, Gymshark compite directamente con gigantes como Nike, Adidas o Under Armour. Si bien carece del músculo financiero y de las décadas de historia de esas marcas, tiene algo que sus rivales no han logrado replicar con la misma eficacia: una comunidad digital sólida y leal.

Los seguidores de Gymshark no compran solo ropa: compran pertenencia a un estilo de vida. La marca ha sabido crear un ecosistema en el que el fitness no se limita a entrenar, sino a formar parte de un movimiento global.


Lecciones prácticas del caso Gymshark

La historia de Ben Francis y Gymshark ofrece varias lecciones para emprendedores y empresas que quieran crecer en la era digital:

  • Autenticidad ante todo. La gente conecta más con errores humanos honestos que con perfección artificial.
  • La comunidad es más importante que la marca. Construir relaciones genuinas con microinfluencers fue clave.
  • Escasez controlada como estrategia. Los lanzamientos limitados generan expectación y urgencia de compra.
  • El poder de lo digital. Desde el primer día, la apuesta fue internet, no las tiendas físicas.

El futuro de Gymshark

El reto ahora es mantener la esencia mientras la compañía sigue creciendo y expandiéndose a nuevos mercados. Francis, que durante un tiempo se apartó del rol de CEO para aprender y rodearse de ejecutivos con más experiencia, ha regresado al timón con una visión clara: convertir Gymshark en una de las marcas deportivas más influyentes del mundo, sin perder el espíritu con el que comenzó.

El camino no será fácil. Nike y Adidas siguen siendo gigantes con presupuestos multimillonarios. Sin embargo, si algo ha demostrado la historia de Gymshark es que con pasión, estrategia digital y autenticidad, incluso un estudiante con una máquina de coser puede desafiar a los titanes de la industria.


Preguntas frecuentes (FAQ)

1. ¿Quién fundó Gymshark y en qué año?
Gymshark fue fundada en 2012 por Ben Francis, un joven británico que entonces tenía 19 años y trabajaba como repartidor de pizzas mientras estudiaba en la Universidad de Aston.

2. ¿Por qué Gymshark se hizo tan popular?
La marca se popularizó por apostar desde el principio por el comercio electrónico y por trabajar con microinfluencers en redes sociales, generando una comunidad auténtica y leal alrededor del fitness.

3. ¿Cuál es el valor actual de Gymshark?
En 2020, Gymshark alcanzó una valoración de 1.300 millones de dólares, convirtiéndose en unicornio. Hoy sigue expandiéndose en Europa, América y Asia.

4. ¿Qué diferencia a Gymshark de Nike o Adidas?
Aunque no tiene el mismo presupuesto ni trayectoria, Gymshark se distingue por su proximidad digital, autenticidad y capacidad de crear comunidad, algo que muchas grandes marcas todavía no han conseguido replicar.

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