En la actualidad, las ofertas de bancos y emisores de tarjetas que se publicitan como «sin comisiones» se multiplican, ofreciendo a los consumidores la posibilidad de obtener tarjetas de crédito que no incluyen cargos por emisión ni mantenimiento. Esta proposición parece atractiva a primera vista, prometiendo una solución financiera sin costes adicionales. Sin embargo, la realidad detrás de estas ofertas podría ser menos beneficiosa de lo que se presenta inicialmente.
El concepto de «sin comisiones» generalmente hace referencia a la ausencia de costes anuales o cuotas de mantenimiento, un detalle considerablemente positivo comparado con otros productos financieros en el mercado que pueden llegar a cobrar hasta 150 € al año por estos conceptos. No obstante, la letra pequeña de estas propuestas revela que las exenciones de costes no cubren otros tipos de comisiones que pueden surgir con el uso de la tarjeta. Ejemplos típicos de estos cargos adicionales incluyen comisiones por retirada de efectivo en cajeros automáticos, operaciones realizadas en divisas extranjeras o incluso en algunos casos, pagos aplazados, lo que podría incrementar significativamente el coste de tener y utilizar la tarjeta de crédito.
Más aún, el tipo de interés para financiaciones a través de estas tarjetas “sin comisiones” puede ser bastante elevado, no siendo raro encontrarse con Tasas Anuales Equivalentes (TAE) alrededor del 20%. Este coste aumentado de financiación puede hacer que las compras aplazadas se conviertan en deudas difíciles de gestionar. Adicionalmente, ciertos emisores establecen requisitos específicos para mantener las condiciones de gratuidad de la tarjeta, tales como un gasto mínimo mensual o la domiciliación de la nómina, pudiendo imponer cargos si estas condiciones no se cumplen.
Por tanto, aunque una tarjeta sin comisiones podría ser ventajosa para usuarios que realizan pagos completos mensualmente y solo buscan una tarjeta para transacciones puntuales, aquellos que requieren financiación o hacen uso frecuente de la misma en el extranjero podrían beneficiarse de evaluar opciones con una estructura de costes más clara, incluso si esto significa asumir una cuota anual. Lo más importante antes de optar por cualquier tarjeta de crédito es comprender el uso que se le dará y estudiar detenidamente los términos y condiciones asociados.