El acoso en el trabajo es algo que muchos pueden llegar a sufrir y que quizás cuando lo piensas, porque no sea sexual, crees que es algo por lo que te has ganado ese tipo de insultos o contestaciones. Pero no es así. Una persona ha de estar bien en su trabajo y levantarse con ganas de ir a hacerlo, no con ganas de llorar o de querer ponerse enferma para no ir al trabajo.
Este tipo de acoso que no implica conducta física puede ser el acoso moral o mobbing, un tipo de acoso que se camufla muchas veces con el hecho de estar ordenándole a una persona. Te puedo decir, yo que lo he sufrido durante un mes entero, que no es placentero. Te llegas a levantar de la cama derrotada, no duermes, tienes problemas para estar tranquila, etc.
Entre los métodos que se usan para un acoso así están:
Los atentados contra las condiciones de trabajo: Se refiere a contestaciones malas, a críticas demasiado exageradas, a tareas que te aplican sin que realmente puedas hacerlas, o a ponerte trabas en la consecución del trabajo. Lo que quieren es que te sientas una inútil y que no vales para nada y eso lo hacen criticando absolutamente todo lo que tú hagas, ya sea que esté bien o mal.
Aislamiento: El hecho de no depender de otras personas o de que las otras no te ayuden dejándote sola con el acosador de tal forma que tienes miedo hasta de respirar.
Burlas, gestos despectivos, descalificativos. Todo eso también merma nuestra autoestima y no hace pensar que no somos nada. Si encima estas trabajando con esa persona 8 horas diarias se convierte más en una obsesión para ti de saber que no eres nada que en algo que debas olvidar.
Violencia verbal, física o sexual: Gritos, acoso sexual, empujones, etc. Esto quizás es uno de los últimos pasos antes de volverse un acoso demasiado peligroso. No suele darse pero lo que es los gritos sí que más de uno y de una los habrá vivido.