La crisis se acabará cuando Saturno entre en la casa de Venus, ¿por qué no?. Hay tantos gurús, tantos analistas y tanto comentarista que hace vaticinios cada dos por tres sin acertar ni una que mejor recurrimos a un/una adivina o astrólogo baratito, que tampoco está la cosa como para desperdiciar el dinero. He oído que una vez en un programa de televisión compararon las predicciones en bolsa de un mono y de unos brokers y que durante una semana ganó el primate y no los presuntos homo sapiens. Y en esas estamos.
Ahora está de moda escuchar a quienes predijeron la crisis financiera sin que nadie les escuchara a tiempo, en una extraña ley de la compensación actualmente tienen razón Krugman o Roubini cuando hasta hace cuatro días eran poco menos que unos peligrosos utópicos. Pues ni una cosa ni otra.
No paramos de escuchar que si tal que si cual, que si lo peor de la crisis llegará en 2009 o que será larga y dolorosa como la vida es larga y dura. Pero nadie se compromete, que no os equivoquen los titulares periodísticos, y a lo máximo que se arriesgan unos y otros, tirios y troyanos, es a decir que «no es descartable que la actual situación se prolongue más allá del horizonte de 2009 ó 2010» que a mi modo de entender el idioma y un poco de economía es como no decir nada o peor aún confundiendo al personal que no quiere otra cosa que certezas.
En lugar de esperanza y un plan se está vendiendo el pesimismo y la incertidumbre. Para eso no hace falta ser economista. Un charlatán de feria por lo menos te dice lo que quieres oir, hace que tu dinero valga para algo y no para tirar la menguante renta disponible en comprar periódicos y desesperarte.
Puturrú de foie, vamos.