No robarás: El séptimo mandamiento y la clase empresarial

Moses

Es evidente el apego de las clases más adineradas españolas a la iglesia católica y de esta hacia los que les proveen de sustanciosas donaciones.

El séptimo mandamiento dice “no robarás”. Pero su interpretación más profunda resulta bastante más compleja. Muchas personas identifican este “no robarás” con el robo con violencia, pero la iglesia católica, en su catecismo, detalla claramente lo que se considera robar y por tanto pecado. Veamos unos pequeños extractos aplicables a la vida económica y empresarial:

2409 Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento. Así, retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio (cf Dt 25, 13-16), pagar salarios injustos  (cf Dt 24,14-15; St 5,4), elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas (cf Am 8, 4-6).
Son también moralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos excesivos, el despilfarro.
2410 Las promesas deben ser cumplidas, y los contratos rigurosamente observados en la medida en que el compromiso adquirido es moralmente justo.
2424 Una teoría que hace del lucro la norma exclusiva y el fin último de la actividad económica es moralmente inaceptable. El apetito desordenado de dinero no deja de producir efectos perniciosos.
2434 …‘El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común’ (GS 67, 2). El acuerdo de las partes no basta para justificar moralmente la cuantía del salario.
2436 Es injusto no pagar a los organismos de seguridad social las cotizaciones establecidas por las autoridades legítimas.

Una vez leído, esto podemos deducir que son pecadores todos aquellos que comenten las faltas descritas. Lo cierto es que son muchos los empresarios que defraudan algo a hacienda o a la seguridad social, que pagan salarios ridículos por el simple hecho de que hay quién está dispuesto a trabajar por ese dinero, que mienten circunstancialmente para conseguir sus objetivos empresariales o que simplemente tienen como finalidad en su vida el acumular riquezas.

Estas personas se consideran a si mismas católicas, por el hecho de ir a la iglesia en las fechas señaladas y no matar, ni “robar” a nadie. Para sus pequeñas mentiras y fraudes, se basan en la defensa del bien de su familia y en el hecho de que son prácticas habituales en el mundo en el que se desenvuelven. No se sienten en absoluto culpables y mucho menos pecadores.

Nunca confesarán haber infringido el séptimo mandamiento, porque en realidad no creen haberlo hecho, lo que les conducirá irremediablemente al infierno, tras una vida de pecados no confesados y, por lo tanto, no perdonados.

En realidad son miembros de una secta cristiana, que comparte ritos con el catolicismo, pero que no se rige estrictamente por sus mandatos. Ellos tienen una interpretación propia de la palabra de Dios y de sus mandamientos, diferente a los de la iglesia católica.

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