Petróleo, ¿qué te pasa?

imagesca8q0gsm.jpgTenemos al petróleo por las nubes, alrededor de 113 dólares ya, con la previsión de que subirá aún más por lo que a nadie debe extrañarle que llegue a los 130-140. Cuando hace apenas un par de años se decía que el barril alcanzaría cifras prohibitivas pronto salieron las voces que, interesadamente, se apresuraron a desmentirlo. Por no hablar de aquellos que justificaron aventuras bélicas con el atenuante de que eso reduciría los precios de esta materia prima más oro negro que nunca.

En estos momentos se explica el incremento espectacular aludiendo al empuje de los países emergentes (China e India) cuyo crecimiento se está basando, sobre todo, en sectores intensivos en el uso de la energía. Sin embargo, este argumento únicamente explicaría una de las razones que no llena la totalidad pues sólo se centra en la demanda y ni siquiera en toda puesto que los precios se han duplicado en poco tiempo.

Lo cierto es que existen problemas de oferta destacables ya que los países productores están al máximo de su capacidad extractora y, sin embargo, no llegan a proveer suficientemente a sus clientes. La causa de ello proviene de una falta de inversión en la modernización de las instalaciones y las tecnologías de extracción. Los agentes del mercado lo saben y desconfían de que, ante cualquier mínimo avatar y los hay graves, se pueda mantener el suministro al menos como hasta ahora.

Si a este apartado le sumamos asimismo las limitaciones en el refino del crudo tanto en origen como en destino antes de ponerlo en las estaciones de servicio, entonces comprendemos tanto la desconfianza existente como la caída de reservas en Estados Unidos o el extraño precio del diésel.

Por el lado de la demanda ya hemos comentado la presión creciente de muchas economías hasta ahora poco desarrolladas y que debe hacernos reflexionar sobre el modelo económico que se exporta e impone.

Desde el punto de vista de los consumidores parece llegado el temido momento de apretarse el cinturón energético: coches de bajo consumo o con combustibles alternativos, compartir recursos y optimizarlos, tratar al carburante como lo que es, un recurso escaso.

Quizá la pregunta que subyace consiste en saber si, de momento, podremos aguantar el tirón inflacionista petrolífero. Mientras el euro esté tan fuerte quizá sí pero eso no es pensar a largo plazo. Y necesitamos mirar más allá, anticiparnos.

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