Hay dos formas de afrontar un problema industrial que puede derivar en deslocalización: lamentarse y aplicar las recetas habitales (flexibilidad laboral y ayudas de las administraciones) o bien, anticipándose, propugnar nuevas estrategias que proporcionen a la industria un valor añadido del que no disponía consiguiendo además, en el peor de los casos, un nuevo nicho de mercado y negocio.
Puede ser una simplificación que quizá más de uno puede corregir y aumentar, pero hay dos ejemplos que ilustran perfectamente las diferentes maneras en que se puede convivir, que no depender, con una multinacional. El primer caso proviene de Renault y sus factorías en Valladolid, tras varios años ajustando las condiciones laborales, ritmos de trabajo e impulsando incluso la fabricación de nuevos modelos (el fallido Modus) basta que se agoten estos parámetros para que la situación se transforme en crisis resultando el cierre de varias empresas dependientes de la marca del rombo.
Podemos concluir que pasado un respetable período de tiempo, más allá de la flexibilidad laboral, los planes de bajas incentivadas o los expedientes de regulación de empleo no hay nada, sin menospreciar la cualificación profesional demostrada. ¿Qué más se puede ofrecer para evitar la salida de la multinacional?.
Posiblemente la respuesta sea el centro que están impulsando en Vizcaya, entre Diputación y empresas implicadas, dedicado a la generación de valor y estrategias en el sector del automóvil. La clave está en que si no se adelantan los planes y las acciones a las situaciones de crisis, quizá lleguen demasiado tarde.
Vía: Negocio y estrategia.
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