Spanair

031n1mun-1_mini.jpgHace dos meses, Scandinavian Airlines System suspendió la operación de recompra de Spanair que había iniciado Marsans, participante hasta octubre del año pasado que la que es la segunda aerolínea española, sólo por debajo de Iberia, y gravemente afectada por el cada vez más incierto negocio del transporte áereo. Posee 65 naves y transportó a 11 millones de pasajeros el año pasado.

Spanair arrastra una deuda de 350 millones de dólares y pérdidas operativas que se acumulan y suman. El alto precio del combustible, la pérdida de clientela y la sobreoferta del sector no han sido benevolentes con la española.

Hace unos días anunció el despido de 1.100 de sus 4.000 empleados y el abandono de 5 de sus rutas. Actualmente su principal fuente de ingresos provenía del puente aéreo local y transporte hacia el interior de Europa. Muchos analistas culpan a su crisis de haber desaprovechado la demanda de América Latina.

La tragedia de ayer ensombrece aún más el panorama de la aerolínea y saca trapos al sol que hablan de algo más que una falla técnica en el espantoso siniestro.

El Mundo ha iniciado los tiros: «La crisis de Spanair desemboca en una tragedia de 153 muertos». Lo cierto es que ha trascendido que los pilotos habían difundido un comunicado en el que se referían a numerosos problemas operativos y técnicos, y denunciaban que el estado de la flota los obligaba a convocar a una huelga. El País ha difundido declaraciones sobre la presión de los altos mandos de la compañía para que pilotos y personal de tierra «fueran más allá de las normas».

¿153 víctimas de una falla técnica o de un CEO sin escrupulos? La Justicia, esperamos, hará lo suyo.

Desde aquí nuestra solidaridad y oraciones para todas las víctimas y sus familiares y amigos.

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