A medida que una startup comienza su viaje, enfrenta múltiples desafíos y logros, desde obtener sus primeros clientes hasta establecer una base sólida en el mercado. Sin embargo, surge una interrogante crucial que puede determinar el futuro de la empresa: ¿está realmente preparada para escalar? Escalar no se refiere únicamente a aumentar las ventas o el tamaño del equipo, sino a la capacidad del modelo de negocio para soportar un crecimiento acelerado manteniendo la sustentabilidad.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) define una scaleup como aquella empresa que logra un crecimiento anual del 20% en empleados o facturación durante tres años consecutivos, empezando con una base de al menos 10 trabajadores. Esta transición requiere no solo de un producto o servicio validado y demandado por el mercado sino también de un modelo de negocio escalable y rentable, donde no todos los costos aumenten proporcionalmente a los ingresos.
Para determinar el momento adecuado para escalar, es importante observar señales claras: tener un producto o servicio probado y demandado, un modelo de negocio rentable, procesos estandarizados y automatizados, un equipo preparado para el cambio y acceso a financiación adecuada. Estas señales indican que la startup puede estar lista para pasar a la siguiente fase: convertirse en una scaleup.
La transición de una startup a una scaleup debe manejarla con cuidado y planificación. Es fundamental definir una estrategia clara de crecimiento, construir un equipo directivo sólido alineado con la cultura empresarial, mantener el enfoque en el servicio al cliente, controlar las finanzas de manera realista y priorizar un crecimiento sostenible antes que un avance desmesurado. A medida que las startups navegan este proceso, la capacidad para escalar no solo validará su modelo de negocio, sino que también establecerá las bases para un éxito a largo plazo en el mercado.