Un Movimiento que No Pasa Desapercibido

BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo, ha comenzado el año 2025 con una estrategia que promete cambiar las reglas del juego para los pequeños inversores, introduciendo una nueva generación de ETFs que se distancian significativamente de los productos financieros tradicionales. Estos denominados «ETFs de resultado» están diseñados para cumplir objetivos específicos, tales como generar ingresos mensuales, ofrecer protección contra caídas del mercado o adaptarse a cambios económicos, marcando así una evolución significativa en las opciones de inversión disponibles hasta la fecha.

La firma tiene previsiones ambiciosas para estos productos, esperando que el volumen de activos gestionados bajo esta nueva categoría escale de 100.000 millones de dólares a 650.000 millones para el año 2030. Este pronóstico subraya una tendencia creciente hacia fondos que ofrecen soluciones más estratégicas y personalizadas a las necesidades reales de los inversores.

En un vuelco inesperado pero calculado, BlackRock ha incorporado criptomonedas a su oferta, introduciendo oficialmente su ETF de Bitcoin, el iShares Bitcoin Trust (IBIT), como componente recomendado en sus carteras modelo. Si bien la asignación sugerida para criptoactivos es modesta, de entre el 1% y 2%, el paso es significativo, marcando la aceptación de las criptomonedas dentro de estrategias de inversión diversificadas y consideradas.

Este movimiento señala un cambio en la percepción de las criptomonedas, de ser vistas como meros instrumentos de especulación a ser incorporadas en el mundo de la inversión seria y a largo plazo. Asimismo, podría animar a otros grandes del sector a considerar las criptomonedas como una parte válida de las carteras de inversión.

La estrategia de BlackRock abre un abanico de nuevas posibilidades para invertir sin complicaciones, ofreciendo mayor acceso a activos previamente considerados complejos o arriesgados como el bitcoin, y promoviendo la construcción de carteras más resilientes ante la incertidumbre económica. Este enfoque democratiza el acceso a herramientas de inversión sofisticadas, sugiriendo que 2025 podría ser un año clave para que los inversores individuales comiencen a explorar opciones fuera del ámbito tradicional.

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