Por si tuviera pocos problemas con la crisis, el déficit público, el paro, la inflación, el Euribor o la financiación autonómica al Gobierno le está saliendo otro salpullido que se venía incubando desde hace meses. La guerra por la televisión se va a acentuar con la TDT acercándose y es que los canales de pago vía terrestre se configuran como la solución definitiva en un país como España poco dispuesta a los servicios por satélite o cable.
La obligatoriedad que conlleva el apagón analógico proporciona la herramienta concluyente para rentabilizar el fútbol y otros servicios, cosa que no ocurría hasta ahora. Sogecable tiene en venta su plataforma digital satélite porque simplemente es un modelo de negocio que no ha triunfado por factores de consumo y preferencias y porque no va a poder competir con la TDT, en principio gratuita.
Buscando diversificar apoyos mediáticos, el partido en el gobierno abrió la mano a Mediapro, y con ella a la Sexta, para no ser «rehén» de Prisa en exclusiva y aumentar de paso su influencia en los medios de comunicación con lo que compensaba la entrega de Televisión Española a la neutralidad informativa a cambio de nada.
Económicamente y desde el punto de vista del servicio será necesario que la TDT cuente con la mezcla free-premium que se inventó hace tiempo en internet por ejemplo lo que da idea de que los productos de pago son casi imprescindibles si también se pretende calidad. Si por el contrario se mantiene el modelo como es actualmente o se vislumbra para un futuro, poco habremos ganado y nos sobrarán canales y prestaciones a partir de esta tecnología.
Ocurrirá por intereses de todo tipo aunque en el fondo subyace la lógica del modelo de negocio.
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