Existen trabajos muy solitarios en los que la constancia y la fuerza de voluntad deben de nacer del seno interior con mucha fuerza. Por ejemplo, la investigación universitaria requiere de muchas horas de soledad, al menos, así sucede en el ámbito de la realización de un doctorado universitario.
Sin embargo, en el ámbito empresarial, una de las condiciones indispensables de muchas ofertas de empleo es la de tener capacidad para trabajar en equipo. Es decir, tener el poder de ceder en algunos momentos, compartir ideas en muchos otros, tener iniciativa, capacidad de empatía, ayudar al compañero, cuidar el diálogo…
En definitiva, el trabajo en equipo implica asumir que el resultado adecuado supone un proceso en el se requiere la unificación de varias voluntades orientadas en la misma dirección. En el trabajo en equipo prima el interés por el resultado final y no tanto el ego por destacar sobre los demás.
Sin duda, trabajar en equipo también supone un proceso de aprendizaje, es decir, un periodo de adaptación puesto que a veces no es fácil asumir el ritmo del grupo. En última instancia, el trabajo en equipo es una forma de hacer las cosas que en algunos aspectos tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes.
En un equipo surgen conflictos cuando alguno de los miembros intenta evadir sus responsabilidades, en ese momento, el equipo se derrumba igual que una casa que no tiene los cimientos sólidos.
Imagen: Yago Arbeloa