En el ámbito laboral, conviene ser muy cuidadoso a la hora de apostar por el propio bienestar. Es decir, es fundamental tener la capacidad de vivir el presente al cien por cien, y evitar en la medida de lo posible emociones que no te hacen ningún bien no sólo a nivel físico sino también, emocional.
La sensación de perder el control es reflejo de un periodo de estrés generalizado. Por otra parte, la angustia de no encontrar un sentido propio al trabajo, también se compensa poniendo la atención en un objetivo inmediato. Dicha angustia es totalmente comprensible en el entorno laboral marcado por la crisis económica. Muchas personas tienen dificultades para llegar a final de mes, y otras , hacen frente a un futuro incierto.
Pero las emociones desagradables cuando se prolongan durante mucho tiempo pueden hacer que una persona se enferme, es decir, se agote desde un punto de vista emocional y no pueda sobrellevar la presión a nivel físico. Cuando te saturas, lo más importante es parar de una forma radical y centrarte en ti. De lo contrario, la situación podría ir a peor.
En ocasiones, los autónomos, por ejemplo, también son muy propensos a la hora de trabajar y asumir más responsabilidades de las que en realidad, pueden abarcar. Las emociones se convierten en especialmente graves, cuando se tapan y se ocultan. Es decir, cuando no se asumen y se reconocen de verdad en primera persona. Toda emoción, es una información valiosa que puedes tomar para aprender a vivir mejor.
Por el contrario, merece la pena empezar a asociar trabajo y salud como si se trata de dos conceptos que son inseparables.
Imagen: Óptica Literaria