El sector de los seguros está adoptando una postura proactiva ante los desafíos actuales, tales como los ciberataques cada vez más sofisticados y los fenómenos climáticos extremos, junto con una normativa europea más exigente. Este cambio de estrategia busca no solo proteger a los clientes, sino también salvaguardar a las propias aseguradoras ante un entorno que evoluciona rápidamente. La implementación de sistemas más robustos y la exigencia de una trazabilidad digital impecable forman parte de las medidas adoptadas para cumplir con la nueva regulación europea, conocida como DORA.
Por otro lado, el cambio climático está obligando a las aseguradoras a vigilar de cerca los eventos meteorológicos adversos, los cuales han incrementado el número de siniestros significativamente. Esto ha llevado a una recalculación de riesgos que varía de región en región, exigiendo así una adaptación en las primas y coberturas ofrecidas para responder a este nuevo escenario. La tecnología juega un papel crucial en este ámbito, facilitando una mejor predicción y análisis para anticiparse a los efectos del cambio climático.
Además de la adopción de más tecnología y control, el sector asegurador está empeñado en no descuidar la relación con el cliente. Buscan garantizar procesos de contratación más transparentes, respuestas más ágiles y una experiencia de usuario más satisfactoria. Este enfoque se centra en mantener la confianza y fiabilidad hacia los clientes, asegurando que las medidas adoptadas no solo respondan a las necesidades de un contexto económico y climático cambiante, sino que también mantengan al cliente como prioridad.
Este cambio de paradigma en las aseguradoras refleja la concienciación sobre la importancia de adaptarse rápidamente a un mundo en constante cambio. La industria de los seguros reconoce que su relevancia y sostenibilidad dependen de su capacidad para ofrecer soluciones acordes con los tiempos actuales, resaltando la necesidad de seguir siendo útiles, fiables y necesarios ante los retos del futuro.
