Creo que los españoles tenemos dos problemas con la boca. Uno, una mala cultura de higiene bucal, y, el segundo, un pobre servicio de asistencia pública que proteja nuestras muelas y dientes, como demuestran algunos estudios.
Dos cuestiones relacionadas que se nos hacen más evidentes cuando los efectos de la caries llegan de improviso y sin avisar. Por esa razón, mucha gente que conozco protege su dentadura con un seguro bucodental.
Los seguros bucodentales en este país se suelen comercializar de dos formas diferentes. O complementarias, según se vea. Por un lado, a través de las propias aseguradoras, y por otro, por medio de las entidades bancarias y las cajas de ahorro, que ofrecen estos servicios a sus clientes como complemento o como fórmula de privilegio o de excelencia en productos de ahorro familiar o profesional.
Las pólizas de las aseguradoras para seguros bucodentales son un cajón de sastre. Cabe de todo lo que uno se puede imaginar en coberturas y servicios médicos para la boca. Algunas compañías ofrecen flexibilidad. El cliente puede incorporar paquetes de atenciones y coberturas hasta completar el nivel que desea, según sus necesidades.
Otras aseguradoras disponen de productos con servicios preestablecidos y tarifas fijas que atienden las necesidades bucodentales de niños y jóvenes. Aunque las hay que operan con clínicas en régimen de franquicia a precios más bajos que los de mercado para otras intervenciones más demandadas como las peridoncias o las extracciones de piezas. Y aún más, también en el caso de las operaciones puramente estéticas.
Las entidades bancarias, por su parte, mantienen pólizas de seguros concertadas con profesionales y clínicas que ofrecen atenciones bucodentales por el precio de un teléfono móvil de gama baja. Las coberturas son otro cajón de sastre que puedes conocer con detalle si te acercas a tu oficina bancaria de referencia.
Particularmente, pienso que la mejor opción, tanto si se escoge una aseguradora como si nos aprovechamos de las ofertas de una entidad financiera, está en la que mejor se adapte a nuestra prioridades. Y, para éso, lo mejor, es rebuscar bien entre todas las propuestas.
Seguros bucodentales, a pedir de boca.