Creo que no descubro nada del otro mundo al afirmar que China es, al tiempo, un problema y una oportunidad. Digo lo primero en el sentido de que la desordenada explosión económica china provoca tensiones en variables fundamentales que, a su vez, se propagan a nivel mundial como se da, por ejemplo, con la tremenda demanda de productos energéticos que eleva los precios por encima de lo deseable.
Pero el gigante asiático es también terreno abonado para las inversiones y los negocios. Con 140 millones de internautas, sometidos o no a censura, que tienen muchas carencias en cuanto a deseos de consumo, dicho de otro modo que son compradores compulsivos en parte, el comercio electrónico puede encontrar su paraíso en un marco económico que crece por encima del 10% anual.
Aunque para ello debe solucionarse el problema de base de cualquier negocio «virtual» como es el relativo a los medios de pago procurando que sean seguros, fiables y flexibles. Siempre quedará la duda de la posible intervención de las autoridades, lo cual puede arruinar cualquier empresa que se quiera realizar, pero hay un nuevo campo de batalla en el que pensar cara a realizar nuevas y rentables inversiones.