Ficción y realidad en la economía de Estados Unidos

elalaoeste.jpgEl pasado viernes 24 de agosto pude ver un capítulo de la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca, emitida por La 2 de Televisión Española, titulado «Puntos a tratar» con marcado carácter económico. La primera potencia mundial y Europa firman un acuerdo de liberalización comercial que implica, por otro lado, la deslocalización de 17.000 empleos en la India.

A menudo los argumentos de esta serie son pueriles y con exceso de «moralina» pero tiene un evidente interés por cuanto permite entrar en parte de las entrañas del poder y sus mecanismos de decisión. Asimismo, la tendencia política que se desprende de ella (el presidente ficticio Bartlett es demócrata y católico) y las soluciones que aporta ponen sobre el tapete cuestiones de actualidad. En este caso se aboga claramente por la eliminación de las barreras al comercio junto a la colaboración económica a nivel internacional como estrategia para crecer.

Sin embargo, la realidad contrasta con los buenos propósitos puesto que la deriva actual y la que defienden los candidatos a la presidencia para 2008, a grandes rasgos, chocan enormente con lo que la ficción nos invita a reflexionar. Podemos decir que los dos vectores económicos imperantes apuntan al proteccionismo y el incremento de gastos militares. Este último apartado van a seguir siendo fuertes las inversiones alcanzando como mínimo el 4% del PIB americano (500.000 millones de dólares, cerca del 50% de gasto global por este concepto).

El otro asunto es el de la tendencia al blindaje de mercados y que es muy posible que continúe como ya se indicó cuando se impidió a Dubai acceder a la gestión de algunos puertos marítimos en suelo estadounidense. En este sentido conviene recordar que la liberalización comercial le ha supuesto a Estados Unidos ingresos por más de un billón de dólares, lo cual no está nada mal y debería abrir los ojos de quienes siguen creyendo que el libre comercio es un juego de suma cero.

Esperemos que las previsiones cambien y que el nuevo presidente sea más parecido al de la ficción. A mí me cae más simpático desde luego.

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