En Mayo el número de personas desempleadas aumentó en un 0,6%, la mitad que en Abril, y en suma la taza de la población en paro llegó al 9,6%. Sólo en este primer trimestre del año subió desde el 8,6%. Incrementos que no se veían desde el 2003.
Pedro Solbes, el Ministro Económico, ha juzgado que las cifras «no son un buen dato» pero «no son espectaculares«.
Es lo que tienen los porcentajes, que ya traducidos en número de personas nos dan una visión menos halagueña de la situación laboral en nuestras tierras: hoy en día hay 2.353.575 mujeres y hombre sin trabajo. En abril las personas que se sumaron a este contingente fueron más de 37 mil.
Lo grave de las cifras (o lo que las hace «espectaculares», si seguimos la particular nomenclatura de Solbes) es que más de la mitad de esos empleos (4,6%) proviene de la construcción.
Con la crisis hipotecaria y crediticia, la baja en el precio de la vivienda y el aumento en los combustibles, los empleos en el sector del ladrillo penden de un hilo, y aquellos que se destruyen difícilmente se pueden reconvertir. La mano de obra de la construcción es altamente especializada, y no tiene un ingreso automático en los sectores en crecimiento: servicios y comunicaciones.
Y otra cifra más: este año hay más de 660 mil jóvenes que entran a engrosar la población activa, y que demandan un empleo ya.
Espectacular, ¿no?