Los impagos en el comercio suben más del 100% en un año y eso lastra las cuentas de los comercios en unos 2.000 millones. No me extraña ni a nadie debería extrañarle.
Hace menos de dos años, si pedías un presupuesto para comprarte un coche, por ejemplo, y le decías al comercial que ibas a poner una cantidad inicial (por pequeña que fuese) te daba un abrazo, dos besos y te regalaba la estilográfica.
La anécdota demuestra que se ha vendido y se ha comprado sin freno y sin cálculo. Ahora llegan las consecuencias y no es tiempo de lamentar sino de aprender. Quizá deberíamos repensar algo para el futuro… que llegará.
Enlace: El País.