Signos y síntomas, un ejemplo

campofutbol.jpgÚltimamente relaciono demasiadas cosas con la economía, incluso excesivas como para justificarse como mera deformación académica o profesional. Un economista redimensiona la realidad adaptándola a los parámetros mentales que esta ciencia, vilipendiada pero necesaria, van inculcando en el cerebro como un tumor benigno. Y, a menudo, veo síntomas donde quizá no hay nada. Como el niño del Sexto Sentido veía fantasmas donde sólo habitaba el vacío para el resto de los humanos.

Supongamos que hay una empresa que tiene un campo de fútbol de hierba natural para el uso de sus empleados que juegan, sin embargo, torneos amateurs sin trascendencia. La curiosidad radica en que el mencionado campo es de uso exclusivo del equipo de peñistas de la entidad quedando uno adyacente de tierra para el resto de equipos que quieran alquilarlo.

Evidentemente, el precio pagado por el uso de la cancha mala es menor que el posible canon a satisfacer por jugar en un terreno más idóneo que, como mucho, tiene uso en un par de entrenamientos semanales y  un partido cada quince días. Es un ejemplo de recursos desperdiciados o infrautilizados. La excusa del estado de conservación del césped no tiene excesivo peso si consideramos que no debe tener las exigencias de un campo más profesional y que los practicantes no someten a demasiado castigo las instalaciones por no tratarse de partidos de alta competición.

Pero aún considerando que se incrementaran los costes de mantenimiento, éstos se cubrirían sobradamente con las cuotas que otros equipos estarían dispuestos a pagar quedando como marginales frente a los nuevos ingresos.

Desconozco si los responsables han estudiado el caso en profundidad o si existe algún matiz que se me escapa pero al saber que la empresa de nuestro ejemplo existe y que casi ha llegado a plantear un ERE me ha dado por pensar que los signos y los síntomas pululan por todas partes, hasta en los campos de fútbol huérfanos de uso.

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