Obama seguirá fumando

obama-fuma.jpgBarack Obama, presidente electo de los Estados Unidos, ha dicho que su primer promesa ha quedado sin cumplir: dejar de fumar. Sin embargo, aseguró que no atentara contra el ambiente libre de humo de su nueva hogar, la Casa Blanca

Dicen que las pequeñas debilidades son un anuncio de las mayores falencias, y parece que es así en el caso de la Gran Esperanza Negra.

¿Qué eligieron los que votaron a Obama? El reverso de la era Bush (liberalismo, militarismo y terror), pero ¿qué votaron en realidad?

Los votantes que eligieron la alternativa demócrata castigaron el derrapon económico (provocado por la costosa guerra de Irak y las hipotecas subprime; es decir: por un neoliberalismo que buscó las materias primas al menor costo posible y se financió con prácticas especulativas sin control) sin saber que la economía de su país estaba en recesión desde hace dos años.

También castigaron con su voto las ineficaces medidas para solucionar la crisis (que se redujó a «inyectar» montos millionarios a la banca, que los manejo a discreción – y esencialmente para garantizar los privilegios y generosas indemnizaciones de sus ejecutivos).

Es decir: los estadounidenses votaron a Obama para no votar por el bushismo encarnado por un maltrecho McCain, y ese no-voto incluía una repulsa a las políticas y prácticas económicas que condujeron al American Dream a una encrucijada que ya hace hablar del fin del Imperio en menos de diez años.

¿Y qué fue lo que obtuvieron a cambio de votar por Obama? Un hermoso slogan y algunos románticos videoclips.

La plataforma de Obama llegó con las lecciones de la última campaña del equipo Bush muy bien aprendidas: a un golpe bajo, hay que responder con otro más bajo. Así utilizaron desde la incapacidad del candidato republicano para enviar correos electrónicos hasta los hábitos de caza aérea de la señora Palin, incluyendo a Paris Hilton y su idea de pintar la Casa Blanca de un rosa más juguetón.

Una magnífica campaña mediática, pero el problema de los Estados Unidos no era su lenguaje publicitario, sino la sobrevivencia económica. Las frases, por bellas que sean, no alimentan ni dan trabajo.
Ahora, cuando han pasado la lluvia de papeles cortados y los discursos triunfalistas han terminado, cuando el trabajo para reactivar la economía debe comenzar, el vacío queda develado: el vacío de las políticas y los programas que pasaron a un segundo término durante los cruces de los dos candidatos, y que ahora no se ven por ninguna parte. Y los dos primeros movimientos de Obama son intranquilizadores, a pesar de la euforia de las Bolsas que se vive por estos días, pues hablan de más de lo mismo. De echar gasolina en la hoguera.
La primera es la designación de su antigua rival, Hillary Clinton, como Secretaria de Estado, y la confirmación de Robert Gates como Secretario de Defensa; un señalamiento a las claras que de retirarse de Irak, mejor no hablemos.

El segundo es la insistencia del rescate de la industria automótriz (21.000 millones para sostener a los tres gigantes Ford, GM y Chrysler). Una medida que, de ser aprobado, será un eco de lo ocurrido con el rescate bancario: privilegios para unos pocos, atenuantes por un tiempo, y una nueva e inútil sangría a las arcas, que dificilmente redundará en empleos y reactivación del consumo.

Se habla de que Obama forma un gabinete estratégico… pero más bien nos tememos que no dejar de fumar será la menor de todas las promesas que piensa romper.

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