No hay mejor cuña que la de la propia madera. Los prebostes que se reúnen en Davos van a sostener que la intervención estatal es lo mejor que hay para evitar que el neoliberalismo desaforado que ellos mismos han procurado acabe por destruir la economía mundial. Ellos son así.
Después de años diciendo por dónde caminaba su ortodoxia, que debía ser la de todos, parece ser que se caen del burro como le ocurriera a Saulo y, al igual que a éste, el golpe les ha traído la nueva verdad. Si el ex-recaudador de impuestos descubrió la existencia de una nueva franquicia que convenientemente reconvertida en sus dogmas sobreviviría al Imperio Romano, a cuyo leal cuerpo de funcionarios pertenecía, los ricos de antes y de siempre que florecen en Suiza aunque sea invierno también destaparán sus ansias porque sea el sector público el que cargue con sus deudas. Lo contrario sería irresponsable, claro.
Nos vemos en Davos, hay que salvarles.
