Una entrevista con Antonio J. Sánchez-Crespo Casanova, autor de Protocolo Familiar, experto n la gestión de empresas familiares y fundador de Sánchez-Crespo abogados y consultores.
¿Cuál es la relevancia de la figura de la empresa familiar en España?
Según datos facilitados por el Instituto de la Empresa Familiar, el peso en nuestra economía de las empresas familiares es el siguiente:
• El 85%, es decir, más de 2,9 millones de empresas españolas, son familiares.
• Representan el 75% del empleo privado: dan empleo a más de 13,9 millones de trabajadores.
• Realizan el 59% de las exportaciones españolas.
• Y su facturación equivale al 70% del PIB.
Con estos datos en la mano la conclusión es evidente: las empresas familiares son la base de nuestra economía.
¿Por qué situación atraviesa la empresa familiar en España?
La crisis que actualmente estamos atravesando afecta, en mayor o menor medida, a todo nuestro tejido empresarial. Por tanto, afecta también a las empresas familiares. Esto es una obviedad.
No obstante, no podemos olvidar que las empresas familiares, sobre todo las que están en primera y segunda generación –que son el 90% de nuestras empresas familiares- suelen practicar una política de no repartir dividendos. El resultado es que son empresas muy capitalizadas, con una cuenta de reservas muy abultada. Como, además, su estrategia incluye el propósito de pasar la empresa a la siguiente generación familiar y no cuentan con accionistas exigentes a la hora de recoger beneficios, están dispuestas a aguantar la crisis aunque sea a costa de perder parte de esas reservas acumuladas. Esto supone una gran ventaja sobre el resto de las empresas. Por eso me atrevería a decir que, a pesar de las dificultades, las empresas familiares, en general, están mejor posicionadas que las demás para superar la actual crisis.
El Instituto de la Empresa Familiar (IEF) solicita un abaratamiento de las cuotas a contrapelo de las grandes empresas que piden un abaratamiento del despido. ¿Qué opina de esta solicitud? ¿Es beneficiosa para las empresas familiares?
El Instituto de Empresa Familiar plantea, en este ámbito, dos cosas: una, reducir en dos puntos las cuotas las cuotas de la Seguridad Social para los trabajadores actualmente en alta; dos, reducir en 10 puntos las cuotas por cada nuevo empleo fijo creado.
A mí me parece que, con el actual Gobierno, este planteamiento tiene más posibilidades de prosperar -es más realista- que el de abaratar el despido. Además, ayudaría a mantener el empleo actual.
Por último, una medida de estas características sería beneficiosa para cualquier empresa, fuera familiar o no.
En su obra, “El Protocolo Familiar”, señala al recambio generacional como un momento muy duro para la sobrevivencia de las empresas familiares. ¿Por qué se trata de un proceso tan delicado?
Creo que entre todos hemos demonizado el cambio generacional en las empresas familiares, destacando los aspectos conflictivos del mismo. Esto hace que las familias empresarias lo vean, esencialmente, como un problema de difícil solución. Hace ya años que, por el contrario, vengo sosteniendo –y creo que esta es la mejor recomendación que puede hacerse a las familias empresarias- que hay que poner el acento en los aspectos positivos, convenciendo a la familia empresaria y, sobe todo al fundador, de que el cambio generacional deben verlo como una oportunidad más que como una amenaza. Así lo señalo en mi libro.
En efecto, hay que incidir en los aspectos positivos y tener muy claro que el cambio generacional es una ocasión única para conseguir unir a la familia (utilizando a la empresa como elemento aglutinante) y profesionalizar la empresa para prepararla de cara a su futura gestión por la siguiente generación. Consiguiendo estos objetivos, el empresario familiar no podrá pedir más. Habrá conseguido sus máximas aspiraciones en los dos órdenes esenciales de su vida: el familiar y el profesional.
Una vez tomada la decisión, lo mejor que pueden hacer es buscar un consultor experimentado que conduzca a la familia a la meta de la firma del protocolo familiar.
Al hilo de este razonamiento, hay otra recomendación clara: lo único que no pueden hacer las familias empresarias es no hacer nada. Incluso en época de crisis como la que estamos atravesando. En tal situación, muchas familias ajustan los costes de su empresa a sus ingresos y la dejan equilibrada a la espera de que la situación mejore para volver a la carga. Este período de tiempo, en el que la actividad empresarial está bajo mínimos, puede aprovecharse para acometer la preparación del protocolo familiar.
Madrid, 16 de Junio, 2009.
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