Cuestiones de economía (III)

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El alcalde del pueblo, sin una recalificación o Plan E que llevarse a la boca, cae en la cuenta de que hace mucho tiempo que ningún vecino se casa, o al menos cohabita, lo que ha hecho a su vez descender la natalidad municipal a cero. Indagando con discreción concluye que el problema no es tanto la falta de gente joven y sana sino que, más bien, éstos son demasiado vagos como para concertar citas entre ellos de las que a su vez salgan futuros matrimonios por lo que decide tomar medidas y ayudarles.

Se le ocurre organizar un baile, en plan discotequero, al que invitará a los mayores de 18 años solteros para que se conozcan de cerca. Y, con tal de no quedarse corto, añade una gratificación de 10 unidades monetarias (u.m.) para cada pareja que salga del baile. Esa gratificación se entregará a la misma salida de la discoteca con la sola condición de que sea compartida o dividida entre ambos integrantes de la recién constituida pareja según convengan entre ellos mismos.

A la convocatoria de baile se apunta toda la juventud del pueblo, a saber, las 10 mujeres y los 9 hombres en edad casadera. Por simplicidad suponemos que todos ellos son heterosexuales y monógamos (ellos y ellas).

Ahorradle la angustia al alcalde y decidle si se formarán parejas y cuánto percibirá, en su caso, cada uno de los tortolitos.

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Foto | marcinmoga-flickr

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