La administración saliente reacciona lenta y tibiamente en los grandes términos económicos. Esa dureza contra las acampadas se echa de menos en otras áreas, donde no se requiere tanto la violencia de los antidisturbios como un mínimo análisis de que permitiera saber que la banca no estaba haciendo los déberes en lo que se refiere a la concesión de préstamos hipotecarios…
Sólo así se explica que sea ahora y sólo ahora (después de que en el 2010 más de 93.000 familias perdieron sus casas en ejecuciones hipotecarias y cuando el stock de viviendas sin vender es visible desde el espacio exterior), cuando recién el Banco de España va a preparar una guía de acceso al préstamo hipotecario, un documento que deberá ser mencionado por todos los bancos en su publicidad, y que orienta al cliente sobre los temas más urgentes y sensibles al aceptar una deuda por 30 años o más.
Tambíen es lento y tibia el Ministerio de Economía cuando anuncia una serie de medidas para proteger al cliente hipotecario. Y que esa serie de medida implique a)la transparencia bancaria en informar sobre el cobro de intereses y comisiones, y sobre las condiciones de una hipoteca (en particular sobre las tramposas cláusulas suelo) y b)que los bancos sólo concedan hipotecas “responsables”: siguiendo los parámetros de investigación que le permitan medir el riesgo.
Es decir: la solución de la debacle inmobiliaria es que los bancos hagan su trabajo…