Rusia y su vecina Bielorrusia mantienen un conflicto respecto al gas que la primera suministra a la segunda a través del monopolio Gazprom cuya intención no demasiado oculta es quedarse con el monopolio bielorruso de distribución (Beltransgaz) dentro de la estrategia del Kremlin de volver a ser potencia regional y mundial. Moscú le quiere cobrar a Minsk el gas a 80 euros por mil metros cúbicos frente a los algo más de 35 que percibe hasta ahora.
Por Bielorrusia pasa el 22% de las exportaciones rusas de gas hacia Europa y las autoridades de Minsk han advertido que si se les corta el suministro se quedarán con lo que transcurre por su territorio. Y uno de los principales clientes de esta fuente energética es Alemania cuya recuperación empezaba a devolverle el papel de «locomotora» para Europa como bien podemos afirmar desde España al ser este país, junto a Francia, el que nos ha permitido reactivar nuestras exportaciones.
Tanto el gobierno germano como Rusia afirman estar tranquilos y que disponen de reservas suficientes para asegurar el suministro pero mientras no se solucione el problema de fondo no se despejará el panorama y es que Europa depende excesivamente de proveedores energéticos inestables. Y eso que el cambio climático ha retrasado el invierno…
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