En medio del dolor que a veces supone hacer frente a una derrota a nivel laboral, muchas personas se posicionan en el rol de víctimas, es decir, dejando a la mala suerte como responsable del curso de los acontecimientos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, lo cierto es que uno mismo en primera persona debe de tener la valentía de hacer balance, para observar, analizar y, especialmente, para evitar que los mismos errores se produzcan mañana.
Sólo así es posible aprender de la experiencia que te aporta la propia vida. Pero además, conviene precisar que no sólo es esencial hacer balance ante un fracaso sino también ante un éxito. ¿Para qué? Para poder repetir con gran sabiduría aquellos pasos o ideas que han sido un acierto. Pues bien… ¿Cuáles pueden ser las cusas de un fracaso empresarial?
1) Por una parte, puede que se haya producido un error de base en el trabajo en equipo, que no haya habido coordinación, que el jefe no haya sabido delegar de la forma adecuada en sus empleados o que la comunicación haya brillado por su ausencia en medio de una lucha de egos.
2) Por otra parte, también es posible que un fracaso en una empresa tenga que ver con un error en las previsiones de ventas y también, con un exceso de inversión. De este modo, en algún momento llegan las deudas que producen no sólo miedo sino también, inestabilidad emocional.
3) El factor suerte también interfiere en un fracaso, sin embargo, este factor tiene menos importancia de la que parece a simple vista. En medio de la crisis económica, las empresas deben agudizar su ingenio, utilizar la creatividad e innovar para poder conectar con los clientes.
4) El fracaso muestra sencillamente, que nadie ha dado con una receta segura del éxito. Es decir, siempre que te arriesgas existe la posibilidad de que algo no salga bien (y eso no depende de tu voluntad). Sin embargo, es mucho más doloroso no haberlo intentado que equivocarte.
Imagen: Talento Emocional