Cada día que pasa, los negocios digitales tienen mayor importancia para la economía de cualquier país. La tecnología ofrece un mayor abanico de negocios, ya no solo financieros, sino también referentes a la educación, el transporte o la salud. El comercio electrónico aun tiene mucho que dar a los países, teniendo que estar a la vanguardia de varias tendencias relevantes para el sector, como pueden ser la adopción de cuentas bancarias o dispositivos inteligentes.
El sistema bancario no es ajeno a ello. Actualmente en el mundo se opera con diversos instrumentos financieros, desde el preciado dinero efectivo hasta las tarjetas de crédito y débito. Sin embargo la moneda digital se diferencia con un auge progresivo, por lo que diversos países comenzaron a plantear la necesidad de digitalizar la moneda local.
El fenómeno de las criptomonedas comienza con el surgimiento del Bitcoin, situando un escenario intangible que representa gran rentabilidad y proyección, como así también asume riesgos de pérdidas. En este aspecto el mundo se digitaliza a gran velocidad sobre todo a partir de la pandemia, buscando la competitividad a nivel comercial, como así también las soluciones para afrontar las necesidades que el ecosistema plantea, lo que implica una tendencia global hacia el uso de una moneda digital, de forma práctica, encriptada, veloz, legal y segura. Allí donde los consumidores están dejando atrás las monedas físicas en favor de los pagos electrónicos y del uso de tarjetas de crédito y débito desde sus móviles, donde los bancos centrales, ante esa realidad, buscan a través de sus CBDC que, a diferencia de las criptomonedas que generalmente son administradas por actores privados, estas serían equivalentes al efectivo y emitidas y respaldadas por bancos centrales, ganar adeptos.
Es en la digitalización de las transacciones operacionales donde se aspira a la democratización financiera, permitiendo la tecnología soluciones significativas. Sin embargo las personas no bancarizadas son un número considerable, que representa al 40% de la población latinoamericana mayor de quince años. En este punto es donde la tecnología a través de las plataformas y redes de pago, como es el caso de PAGO46, brindan soluciones para las personas que necesitan integrarse al circuito digital.
Tomando como parámetro el mes de agosto de 2021, se visualiza que 81 países comenzaron estudios para la implementación de una moneda digital propia [1], regulada bajo los principios y protocolos del banco central de cada país. Actualmente Bahamas, China, Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y Granada ya cuentan con su propia moneda digital. A esta lista se sumarán Suecia y la Unión Europea, dos actores más en una carrera por el liderazgo de las monedas virtuales.
La implementación de la moneda digital en la banca se elevará gradualmente, con la adopción tecnológica de forma universal. Integrar tecnología para solventar las necesidades de pago es la alternativa ideal, siendo la moneda digital el primer paso hacia la inclusión financiera. Para que las monedas digitales sean consideradas como productos financieros por los bancos centrales es necesario que cumplan con una serie de lineamientos y uno de los principales es que el valor de conversión al cambio debe ser el mismo entre el dinero físico y el digital, esto con la intención de evitar la volatilidad, que tanto les preocupa de las criptomonedas.
Sin duda, las monedas continúan evolucionando, cada vez más adoptando medios digitales como medio de comunicación e intercambio para soportar los casos funcionales dentro de la economía. La misión de PAGO46 es facilitar el acceso para lograr inclusión financiera, potenciando economías regionales y globales, facilitando el acceso e intercambio de monedas en formato físico (papel/efectivo) o digital (CB DCs). La misión de PAGO46 es facilitar el acceso para lograr inclusión financiera, potenciando economías regionales y globales, permitiendo el acceso e intercambio de monedas tanto en formato físico como digital.