No es casualidad que Carlos Gila haya sido escogido como asesor de Oaktree Capital en España, en lo que parece el primer paso en el asentamiento de uno de los grupos inversores más grandes del mundo en nuestro país, donde las empresas con graves problemas económicos desgraciadamente abundan. La andadura de Gila en los últimos tiempos ha podido ser observada muy de cerca por el grupo, que hasta el momento, cuenta con parte de Panrico y Campofrio, respectivamente.
La Seda, no hace mucho gravemente perjudicada por la crisis económica, sumado a un equivocado plan para crecer fuera de nuestro país, contrató los servicios de Gila como vicepresidente hace más de un año. En este tiempo, ha aplicado una estricta política de costes, un mayor control de caja, y recuperar la credibilidad de acreedores y clientes, a la vez que ha limpiado la imagen de la empresa a nivel institucional.
Pero una de las claves para sacar del atolladero a La Seda ha sido una maniobra inédita en nuestro país, con el que la empresa llegó a un acuerdo con la mayoría de sus acreedores imponiendo dicho acuerdo a la minoría, eliminando así la posibilidad de que la empresa saliera a concurso. Dicho instrumento legal permite además extender esta condición ahí donde la empresa esté presente, por lo que las relaciones con las compañías acreedoras de La Seda cambiaron a mejor. En las últimas semanas, ha sido el propio Gila el que explica la situación de la compañía, que se ha recuperado notablemente.
En medio de todo este plan, entró en juego Oaktree Capital, que en los últimos meses ha tenido en sus manos parte de la deuda de La Seda. Muy posiblemente fue ahí donde pudo observar de cerca a Gila y tomó la decisión de confiarle gran parte de las tareas del grupo en España en carácter de asesor para sus inversiones en otras compañías, sobretodo las más endeudadas, donde ya es tristemente conocido que en España, no faltan.
Sobra decir que a Carlos Gila y a Oaktree Capital le queda mucho trabajo por delante.