Existe una economía visible y otra invisible, y ambas pujan en el fondo de toda sociedad. Por ejemplo: hay economías latinoamericanas entre cuyas principales fuentes de ingresos (y de su PIB) se encuentran las remesas que los exiliados por la falta de empleo en su lugar de origen envían desde el Primer Mundo. Remesas que no pagan impuestos y que se mueven por canales extrabancarios. España no es ajena a este tipo de economía que se ha dado en llamar «en negro».
La economía sumergida, informal, invisible o en negro española se centra en puestos de trabajo que no cotizan dentro de la seguridad social ni producen impuestos: el top manta, camareros, gogos, albañiles… que mueven cerca de una cuarta parte de la riqueza mundial. Una de los objetivos de los Ministerios de Economía es blanquear (legalizar con contratos y controles) estos ingresos con el fin (según los funcionarios) de incrementar la base impositiva y los derechohabientes de prestaciones sociales.
La crisis ha golpeado con tal fuerza a la base productiva que esos esfuerzos tendrán poco o nulo éxito. Sólo en este primer año de la crisis los trabajadores inmersos en la economía informal han aumentado en un 4,3%, lo que hará crecer la tajada que se lleva del PIB del 18,7% al 19,5%. Las estimaciones (no oficiales, pues no existen estudios al respecto) de los trabajadores en esta modalidad es de entre 12 y 15 millones de personas.
La debacle hará aumentar en un 5% la actividad informal antes del 2010, según estudios particulares.
Fuente | Público